Para mejorar los resultados, la fundación propone innovar en la sala, además de acabar con la burocracia administrativa y la presión que hoy ahoga a las escuelas.
Esta semana la Agencia de Calidad de la Educación dio a conocer los resultados del Simce de Escritura 2016, prueba aplicada a los sextos básicos. A nivel nacional, los estudiantes obtuvieron en promedio 51 puntos, uno más en comparación al 2015, mientras que en La Araucanía alcanzaron 52 puntos, dos más que el año anterior.
Para Educación 2020, los resultados regionales no son alentadores. Así lo manifiesta Rodrigo Warner, coordinador de Política Educativa de la Macrozona Sur, quien precisa que “subir sólo dos puntos demuestra que no existe una mejora sustantiva en la habilidad relativa a la producción de textos en nuestros estudiantes de sexto básico”.
Y agrega que “esto es preocupante si pensamos que la escritura es una herramienta fundamental para desenvolverse en el siglo XXI. En un mundo globalizado, las habilidades relativas a la lectura, comprensión y escritura son fundamentales para comunicarnos de manera efectiva y también para desarrollar el pensamiento”.
BRECHAS
Otro de los aspectos sobre los cuales alerta la fundación es el aumento de la brecha socioeconómica en los resultados regionales, que ascienden tres puntos respecto al Simce 2015. “Las brechas entre las escuelas más ricas y más pobres se agudizan, pasando de seis a nueve puntos. Esto demuestra que los niños y niñas de contextos más desventajados no están logrando aprendizajes de calidad en sus aulas”, afirma el experto.
Ahora bien, en materia de brecha de género, las mujeres obtienen mejores resultados que los hombres, sin importar el nivel socioeconómico al que pertenecen, logrando cuatro puntos más. Según Warner, esto refleja que “más allá de los recursos con los que se cuenta, sí es posible mejorar las habilidades de nuestros niños y niñas. Esto depende más de disposiciones pedagógicas, que de la situación económica”.
CAMINOS
Lejos del pesimismo, a juicio del representante de Educación 2020 los resultados deben llamar a la acción. “La información que arroja el Simce debe ser una alerta para reconocer aspectos críticos de nuestro sistema educativo. En este sentido, como fundación creemos que es necesario implementar innovaciones en las salas de clases”, asegura.
Añade que “hoy los estudiantes pasan mil 200 horas en clases al año sin aprender y esto ocurre porque la forma de enseñar no cambia hace siglos. La innovación pedagógica es hoy una urgencia y en eso estamos trabajando con 14 establecimientos de La Araucanía, donde actualmente implementamos la metodología de Redes de Tutoría que, precisamente, fortalece fuertemente habilidades de lectura y escritura”.
El profesional concluye que otro de los aspectos que dificulta el mejoramiento de la calidad es la “jaula burocrática que ahoga a las escuelas. El exceso de reglamentaciones y la falta de tiempo para la labor propiamente pedagógica estrangulan toda posibilidad de innovar en la educación. Tenemos que brindar condiciones favorables para que el foco sea la mejora de la calidad de los aprendizajes”.
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