Agustina Bellido, Líder de Producto de Career, Mercer Chile
La amenaza que representan las nuevas tecnologías para el mundo laboral es un tema del que hoy todos hablan, porque según diversos estudios, tales como el realizado por el profesor Moshe Vardi de la Universidad Rice de Houston, dentro de 30 años el 50% de los trabajos serán realizados por robots.
Sin embargo, es preciso aclarar que esta predicción no es nueva, ya que en el año 1948 el matemático estadounidense Norbert Wiener, en su libro Cybernetics or Control and Communication in the Animal and the Machine, advertía: “Este nuevo desarrollo tiene posibilidades ilimitadas para bien y para mal. […] Da a la raza humana una nueva y más eficaz colección de esclavos mecánicos para realizar su trabajo”.
Con el paso de los años, han sido muchos más los que se han ido sumando a la idea de lo preocupante que era el que las máquinas desplazaran a los trabajadores, provocando índices de cesantía sin precedentes y generando una gran alarma. Un ejemplo de ello es lo ocurrido en Finlandia, país que, preparándose para la automatización laboral, dio inicio en enero de este año a su programa piloto de la renta básica universal, llamada también renta básica incondicional, en la que el Estado entrega 560 euros mensuales por persona a cambio de nada.
Pues bien, es innegable que el mercado laboral está cambiando de manera vertiginosa, y que las profesiones que hoy son exitosas dentro de un tiempo podrían dejar de existir por ser innecesarias. Esto provocará desazón en algunos, pero no en quienes logren adaptarse a estos cambios y los vean más bien como una oportunidad para un nuevo comienzo.
Desde nuestra mirada, quienes tendrán mejores perspectivas son aquellas compañías y trabajadores que apuesten a que el cambio tecnológico, -al igual que las innovaciones-, harán aparecer continuamente nuevos trabajos o tareas, al tiempo que irán reconfigurando las que ya existen, de tal forma que las máquinas no se transformen en competidores para los seres humanos. Naturalmente, esto obligará a las personas a desarrollar nuevas habilidades técnicas y emocionales, y en ello las empresas –a través de las áreas de Recursos Humanos-, tienen desde ya un rol fundamental.
Aunque aún este escenario nos parezca lejano, algo de este cambio ya ha ocurrido. El teletrabajo, por ejemplo, ha permitido a muchos empleados desempeñarse laboralmente desde sus domicilios, sin necesidad de acudir diariamente a una oficina, opción que incorporó recientemente Reforma Laboral chilena, que entró en vigencia el 1 de abril pasado.
Para el académico e investigador español Stefano Visintin «la tecnología no destruye empleos, sino tareas”, y si bien la introducción de una nueva tecnología genera cesantía en un primer momento, a la larga crea empleos. No obstante, la realidad muestra que siempre hay quienes se quedan fuera dado que no tienen las competencias para desempeñar estas nuevas labores. Un ejemplo de ello son los adultos mayores y aquellas personas que por diversas razones, no tuvieron contacto con las nuevas tecnologías durante su formación.
En Mercer planteamos que para salir airosos de esta suerte de “duelo” entre humanos y robots, es necesario que tanto las empresas como los individuos inviertan tiempo y recursos en educación y capacitación, preferiblemente en habilidades de tipo cognitivo pero también emocionales, las que difícilmente podrían ser encomendadas y desarrolladas por las máquinas. Lo que nos va a diferenciar de los robots son claramente las habilidades blandas, el liderazgo, el trabajo en equipo y el buen manejo de las emociones. Creemos que capitalizar estas competencias es lo que nos va a hacer diferentes.
Si abordamos este desafío con esta perspectiva desde ahora, sin duda el futuro en el trabajo logrará complementar lo mejor de la tecnología con las habilidades y competencias que sólo las personas, por su naturaleza, pueden desarrollar.
Dejar una contestacion