Mucho se ha comentado en las últimas semanas respecto a los costos y los aportes en relación con la visita del Papa Francisco a Chile en enero próximo. De nada ha servido que quienes organizan esta importante cita reiteren una y otra vez que el aporte es voluntario, y que se intenta minimizar al máximo el costo a cargo del Estado, el que sólo consistiría en los gastos típicos de una visita de cualquier jefe de Estado.
Frente a ello quisiera llamar la atención sobre algunos puntos clave que surgen desde el fondo de este intento de polémica. Por un lado, se olvida permanentemente que todo el dinero recaudado servirá para dar más trabajo e ingresos a empresas y particulares chilenos, que estarán a cargo de la iluminación, arriendo de vallas, preparación de los lugares, amplificación, y otras necesidades de las actividades masivas, lo cual no sólo es un aporte para el país, sino que además genera más trabajo para empresas pequeñas y medianas. Por otro lado, un gasto importante, que es el de personas que trabajen para apoyar los aspectos logísticos de la visita, estará a cargo de personas voluntarias, que desde hoy están ofreciendo su tiempo gratuitamente para que esta visita sea un éxito. En último lugar, y no por ello menor, llama la atención que con los grandes discursos que se dan sobre la libertad en este tiempo (libertad para consumir, libertad sobre el propio cuerpo, entre otros), se critique la libertad de las personas católicas para hacer uso de sus recursos según sus propias decisiones, con miras a lo que consideran bueno no sólo para ellos, sino para el país.
Maite Cereceda M.
Subdirectora de Formación e Identidad
Santo Tomás.
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