En estos días el Ministerio de Vivienda ha anunciado la política pública que busca impulsar en los próximos cuatro años y que se sustenta en siete ejes: barrios históricos, regeneración (recuperar viviendas), planes urbanos habitacionales, proyectos emblemáticos, parques, política habitacional y movilidad habitacional; las que apuntan a «recuperar la ciudad, mejorar la calidad de vida, que la gente viva más contenta en su ciudad».
No queda más que aplaudir esta iniciativa que va en la línea correcta, pero debemos advertir que los esfuerzos por lograr la integración social a través de proyectos habitacionales bien emplazados no son nuevos y siempre ha tenido resistencia en un sector de la sociedad.
Para sostener esta política se debe tener la astucia y valentía para resistir la presión que se va a ejercer sobre la cartera de vivienda. Es por eso que los incentivos normativos y tributarios parecen ser una buena medida para motivar al sector inmobiliario.
En nuestras ciudades existen sectores bien ubicados pero con un nivel de degradación y sobredotación de redes que permitirían iniciar procesos de regeneración urbana con proyectos que integren diversos tipos de subsidios.
Lo anterior requiere un proceso de participación ciudadana no menor, considerando que pueden verse afectadas familias que requieran ser removidas, al menos temporalmente, mientras estas iniciativas se ejecuten.
Es de esperar que en un plazo razonable comencemos a ver en ejecución este tipo de proyectos que terminen con la segregación socio espacial , debido a que estudios realizados en ciudades norteamericanas, evidencian que aquellos sectores urbanos que concentran altos niveles de segregación, específicamente alta concentración de población pobre, evolucionan hasta convertirse en áreas aún más segregadas.
Las limitaciones en términos de las posibilidades de movilidad social, la integración en redes sociales o laborales, las dificultades en el acceso a los servicios urbanos o a la infraestructura básica que se presentan en aquellas áreas de la ciudad segregadas socio-espacialmente contribuirían a reproducir las condiciones de pobreza.
Esperamos conocer en detalle esta política para que desde la academia podamos contribuir con ideas para su materialización.
HECTOR RAMIREZ FIGUEROA
ARQUITECTO
DIRECTOR INSTITUTO DE ESTUDIOS DEL HABITAT
FACULTAD DE ARQUITECTURA Y CONSTRUCCCION UNIVERSIDAD AUTONOMA DE CHILE
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