Dimes y diretes de la Educación

Carlos Guajardo foto (2)Carlos Guajardo
Académico Facultad de Educación, U.Central

Hace unos días salió a la luz pública frases que para muchos pueden ser desafortunadas, más aún, cuando nadie termina haciéndose responsable de velar porque nuestros estudiantes reciban la tan aheleada calidad educacional.

¿Quién asume la conducción porque nuestros docentes y alumnos /as cuenten con las condiciones mínimas para llevar a cabo su tarea? Creo que ya basta de que sigamos llenándonos de frases poco contextualizadas y evadir funciones que sólo ponen en riesgo el derecho que tiene el ser humano por recibir educación. Lo que se provoca es un ‘manoseo’ del valor intrínseco del concepto de educar.

Por cliché que suene, acá lo que debe importar, tanto a gobiernos como a la ciudadanía en general, es que nos preocupemos que los estudiantes sean felices cada vez que reciban una experiencia de aprendizaje en el transcurso de su educación formal. Lo anterior, se debe materializar porque los establecimientos públicos de nuestro país reciban inmediata asistencia cada vez que se requiera: arreglar un techo, calefaccionar salas, reacondicionar paredes, áreas verdes, mobiliario adecuado y entre otros recursos que los colegios requieren por ‘desgaste de material’.

Un país que desea poner entre sus prioridades el acceso a la educación de todos sus ciudadanos, es porque pondrá todo a su disposición para hacerlo, más aún cuando del gobierno de turno se trata. Todos sabemos que hacer cambios en materia educativa será siempre a largo plazo, pero cuando se producen discusiones y estancamientos en que una comunidad escolar requiere de un simple ‘arreglo de su techumbre’, es cuando nuestra educación retrocede. Debemos aprender de aquellas experiencias internacionales, donde asuntos como estos, son prioridad Nº1 y no existe entrampamiento burocrático por invertir en un bien tan preciado como son las escuelas y colegios.

Hay que dar urgentemente un cambio de paradigma en cómo se visualizan las proyecciones de la educación en Chile, ¿debemos esperar a que los estudiantes, docentes y apoderados salgan a las calles para solicitar que arreglen un colegio? La administración de los recursos que entrega el estado, ¿está siendo efectiva al interior de los establecimientos públicos? Las respuestas a estas interrogantes, las podemos encontrar cada vez que se realizan cuentas públicas por los diversos organismos que son financiados por todos los chilenos y chilenas.

Por favor, no perdamos el tiempo en ‘dimes y diretes’ cada vez que se pone en juego el valor más preciado de toda sociedad: Una educación equitativa y con el acento en su calidad.

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