Rector Universidad Católica de Temuco
Destacados historiadores sostienen que la actual crisis sanitaria global a causa del Covid 19 constituye el segundo evento más devastador después de la segunda guerra mundial. Lo anterior, teniendo además en consideración que lo que estamos viviendo hoy, con la crisis sanitaria en ciernes, es sólo la punta del iceberg de las consecuencias sociales y económicas que vendrán luego de controlar a este temido virus.
Ni nuestra sociedad, ni la de ningún país ha deseado estar en la difícil situación que vivimos como humanidad, ni tampoco nadie pudo imaginar y anticipar la dimensión que tomaría la actual pandemia, que no hace distinciones de edad, género, clase social o pueblo. Incluso en los países más desarrollados, los sistemas de manejo y control gubernamentales no estaban preparados para combatir esta enfermedad y mantener los sistemas sociales, económicos y productivos que permiten dar sustentabilidad a las naciones y sus habitantes.
Por lo tanto, lo que hoy vivimos es una emergencia global de grandes proporciones, que sólo superaremos si logramos aunar esfuerzos, mantener una disciplina individual y colectiva, una solidaridad continua y empática. La comprensión y análisis racional de la realidad cercana y lejana a nuestro entorno nos tiene que dar claridad para buscar y proponer soluciones que faciliten y hagan más llevadera la crisis que vivimos y, sobre todo, para quienes están en situación de mayor vulnerabilidad social y económica.
Las universidades no están ajenas a esta realidad y, al igual que cualquier otra organización, han sido golpeadas y sorprendidas. En el caso de nuestra universidad, la cuarentena obligatoria nos ha llevado a iniciar nuestro semestre en línea, y todos nuestros funcionarios y profesores están dando lo mejor de sí para prestar un servicio de calidad para cada uno de nuestros estudiantes, a la vez estamos conscientes de las dificultades que enfrentamos, las limitaciones económicas de nuestros estudiantes, así como la limitada conectividad en nuestra región.
Las medidas que hemos tomado hasta hoy buscan minimizar estas dificultades, tales como: diagnosticar los problemas técnicos y académicos de nuestros estudiantes en cada uno de los cursos en línea; activar una beca de conectividad para los alumnos que más lo necesitan; mantener una capacitación constante para profesores en las plataformas en uso; facilitar el pago para los estudiantes que no están en gratuidad; tener una red de asistencia telefónica y en línea para atender las consultas; entre otras medidas.
Sin duda, la angustia que viven algunos estudiantes y directivas de centros de alumnos en las distintas universidades del país es comprensible, pero medidas de presión, como la realización de un paro online, no contribuye ni es el camino para resolver las dificultades que vivimos como sociedad, tampoco los problemas económicos y sociales que viven los estudiantes más carentes, ni menos la conectividad en los distintos rincones de nuestro país.
Lo que hoy necesitamos es compromiso, solidaridad y empatía. Necesitamos crear una red de apoyo para poder llegar con los contenidos de nuestros cursos a todas y todos los estudiantes, necesitamos de nuestra creatividad y la de todos, para ajustarnos y adaptarnos a estas circunstancias de emergencia, confiados en el compromiso solidario de una comunidad que coopera para superar una crisis.
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