Gustavo Domínguez, académico de la Universidad Autónoma de Chile en Talca, apunta que desde ya se deben poner en práctica consejos de la Organización Panamericana de la Salud, a propósito de prevenir y controlar efectos de la pandemia sobre la salud mental.
La pandemia por COVID-19 se ha convertido en una emergencia mundial que, dado su alto impacto y escasos antecedentes, representa un complejo desafío para las ciencias de la salud. Por este motivo, en todo el mundo se han tomado diversas medidas, como el distanciamiento social, las cuales persiguen frenar la propagación del virus. No obstante, las disposiciones en sí mismas comienzan a registrar consecuencias y representan factores de riesgo.
Los efectos que pueda tener el coronavirus sobre la salud pública van más allá de los contagios registrados. A juicio del académico de la carrera Enfermería de la Universidad Autónoma de Chile en Talca, Gustavo Domínguez, también magíster en Salud Pública, el verdadero impacto de la pandemia aún resulta difícil de cuantificar. La salud mental, se observa afectada y los especialistas alertan sobre mayores consecuencias futuras.
En este sentido, Domínguez subraya que países como España han reportado estadísticas de síntomas depresivos con 18% de prevalencia en los consultados, de ansiedad con 21% y trastorno de estrés post traumáticos 15%. Vale destacar que los datos también refieren que los trastornos de salud mental son mucho más frecuentes en las mujeres, dado que están expuesta a mayor demanda, como el trabajo, labores del hogar, hijos y otros “Esto hace necesario garantizar la salud mental y adoptar medidas de promoción desde casa, que eviten la aparición y progresión de estos trastornos”, comenta.
Se espera que la estadística incremente en los próximos meses de manera considerable.
La experiencia
Domínguez reitera que especialistas ya han proyectado que los trastornos de salud mental serán las enfermedades a tratar luego de la pandemia. En este sentido, recordó la experiencia tras el Terremoto de 2010, cuyos efectos en la salud mental de la población, en algunos casos, persisten a la fecha. “Se espera que la depresión, el abuso en el consumo del alcohol y el trastorno de estrés postraumático, sean problemas de salud pública”.
En este sentido, también destacó que previo a la aparición de la pandemia, en Chile existía una alta estadística de trastornos depresivo y de ansiedad, producto del estilo de vida.
La dificultad para conciliar el sueño puede ser un síntoma de trastorno de la salud mental durante el confinamiento. No obstante, las personas temen acudir a especialistas por la exposición al contagio del mismo COVID-19. El riesgo es que tras una consulta tardía, el trastorno ya se encuentre instaurado.
En opinión del académico, el escenario debe ser atendido desde la política pública y el mismo sistema sanitario deberá adaptarse a las consecuencias que tendrá la pandemia sobre la salud mental de la población.
Consejos a seguir
Ante tal escenario, el académico se refiere a las recomendaciones de la Organización Panamericana de la Salud, que entre varios aspectos, aconseja mantener o retomar la actividad física. Se sugiere crear una rutina diaria, idealmente de 30 minutos, cinco días de la semana y al interior del hogar. Esto ayudará a la función cardiovascular y al metabolismo, con lo cual se previene el sobrepeso y la obesidad.
Asimismo, recomienda mantener las redes sociales, comunicación y compañía, bien sea a través telefonía, correos electrónicos, redes sociales, viodeollamadas y otros. En este sentido, Domínguez advierte sobre los efectos del exceso de información, a lo cual se refiere en términos de “intoxicación”, ya que el flujo constante de noticias sobre la pandemia puede generar episodios de ansiedad y angustia en las personas. “Si está interesado, busque actualizaciones de la información a ciertas horas del día, procedentes de sitios web oficiales, como la Organización Mundial de la Salud o el MINSAL. Además, trate de no escuchar ni dar seguimiento a rumores que le hagan sentir incómodo”, apunta.
Respecto al consumo de alcohol, indica que, al estar bajo mayores niveles de estrés, como ocurre en situación de confinamiento o cuarentena, puede aumentar el consumo de estas sustancias. Sin embargo, es preciso controlarlo, ya que puede acentuar la ansiedad, depresión y otros trastornos de salud mental. Además, incrementa el riesgo de problemas familiares y de violencia doméstica.
Domínguez agrega que el consumo de alcohol altera el pensamiento y la capacidad de discernir o tomar decisiones. Asimismo, afecta la calidad del sueño, lo que hace que sea aún más difícil lidiar con el estrés.
Abordar y prevenir los trastornos en salud mental provocados por la pandemia es, desde ya, una necesidad imperiosa. Se considera que aún después de controlado el COVID-19, estos serán la emergencia de salud pública detrás del coronavirus.
Dejar una contestacion