La seguridad alimentaria mundial está en riesgo por el rápido aumento de la población humana y los cambios abruptos en el clima. La sequía y la escasez de nutrientes se han convertido en factores limitantes para la producción agrícola y la seguridad alimentaria nacional. La reducción de precipitaciones y modificación de los patrones de lluvia están provocando déficits hídricos generalizados en todo el mundo, produciendo impactos negativos en el crecimiento, fisiología y reproducción de las plantas, afectando los rendimientos. Además, existe una relación directa entre la disponibilidad de agua y la disponibilidad de nutrientes del suelo. “La producción agropecuaria se ha vuelto dependiente del uso de fertilizantes, sin los cuales la producción mundial de alimentos se reduciría a la mitad. La dependencia de los fertilizantes fosfatados es insostenible ya que las reservas de fosfato son finitas. En este sentido, existe incertidumbre en las estimaciones de las reservas globales de fósforo (P). Las evaluaciones recientes sugieren que pueden agotarse en 300 años según la demanda actual. Dado que el P es un recurso limitante no reemplazable para la producción de alimentos, tiene una implicancia directa para la seguridad alimentaria mundial. Por lo tanto, en un escenario de cambio climático, uno de los retos más importantes para la investigación agrícola moderna es incrementar la producción de alimentos, al mismo tiempo que se reducen los aportes de agua y P”, explica el Dr. Sebastián Meier de INIA Carillanca
El logro de este objetivo es complejo, pues la investigación agrícola sobre riego y manejo de nutrientes, junto con el fitomejoramiento, se ha dirigido casi exclusivamente a incrementar los rendimientos de los cultivos sin considerar los altos insumos agronómicos necesarios para lograr dicho fin. “Hoy es vital satisfacer la creciente demanda de alimentos sin el uso intensivo de agua y P, por lo que es necesario cambiar el paradigma agrícola, no solo para aumentar la productividad de los cultivos, sino también para mejorar su eficiencia. En términos sencillos, producir más, pero con menos insumos”, acota el Dr. Rafael López Olivari, especialista de INIA Carillanca.
En este contexto, el área de agrosistemas sutentables y producción vegetal de INIA, con foco en nutrición vegetal, gestión hídrica y recursos genéticos, en conjunto con los programas de Fitomejoramiento de trigo, papas y especies forrajeras, se encuentra evaluando distintos genotipos de estos cultivos con el fin de seleccionar las plantas que presenten la mayor eficiencia en el uso de P y agua. Se han implementado ensayos en distintas condiciones para cada uno de los materiales citados, en invernadero y ensayos de campo, los cuales se encuentran implementados en Temuco y Valdivia, dependientes de los Centros de Investigación INIA Carillanca e INIA Remehue respectivamente.
“El objetivo es seleccionar las plantas que presenten una mayor adaptación para crecer en condiciones de sequía y escasez de P, cruzarlas con variedades y líneas de alto rendimiento y de este modo, producir nuevas variedades de trigo, papa y praderas adaptadas a la sequía y suelos pobres en P. Un nuevo acercamiento de INIA, que responde a las necesidades de una agricultura más sustentable que sostenga la producción de alimentos del país y por ende su seguridad alimentaria, usando menores insumos y a la vez reduciendo los costos para el productor”, puntualizó el Ing. Agrónomo Arturo Morales.
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