Su dueña, Caroline Aqueveque, es una de las ganadoras de la tercera versión de Impulso Chileno, concurso de la Fundación Luksic que premia los emprendimientos.
Rocanrolero es una persona aficionada a la música rock, pero el significado de “rocanrolleros” nació en Lautaro, ciudad de la región de La Araucanía.
“Es como les decimos cariñosamente a nuestros clientes”, cuenta Caroline Aqueveque, dueña “Rock en rollos”, emprendimiento especializado en helados thai (originarios del sudeste asiático) y una de las ganadoras de la tercera versión de Impulso Chileno, iniciativa de la Fundación Luksic, que ofrece capacitación y apoyo financiero a los dueños de pequeños y medianos negocios.
“Nosotros partimos con Rock en rollos cuando empezamos a ver que las lucas no alcanzaban. Yo era dueña de casa y me estaba dedicando a la crianza de mis niñas. Se presentó esta oportunidad de negocio y no lo pensamos dos veces, ocupamos todos nuestros ahorros y nos embarcamos en este emprendimiento”, recuerda Caroline Aqueveque.
“Nos lanzamos al tiro a la piscina porque sabíamos que iba a pegar y a ser un éxito porque a la gente le iba a gustar”, dice orgullosa de su iniciativa que operativamente partió en el verano de 2019 en Lican Ray durante las vacaciones.
La gracia de “Rock en rollos” es que el cliente es parte del proceso ya que puede elegir los ingredientes que tendrá su helado y porque además rompe con la tradicional presentación en cono, pues se presenta en rollos hechos con láminas de helado que se preparan en una plancha fría.
“Fue un éxito rotundo y cuando volvimos a Lautaro empezamos con el sistema de delivery (entregas a domicilio) para que nos empezaran a conocer”, agrega.
Asimismo, modificaron el formato individual que ofrecían antes de la pandemia y lo reinventaron a uno familiar (de 1 litro) que es acompañado con wafles.
Y como a la gente le llamaba mucho la atención el nombre, el logo (que evidencian que son heladería temática ligada al rock and roll), tomaron la decisión de postular a un fondo de Impulso Chileno. “Le tengo mucha fe a mi proyecto y sabía que a otras personas les iba a llamar la atención”, recuerda la propietaria.
“El haber ganado Impulso Chileno fue un tremendo respaldo porque era el momento en que necesitábamos pasar a otro nivel, porque estábamos con delivery y en pandemia era imposible pagar un arriendo para poder instalarse en un local, que además con la crisis sanitaria tampoco podíamos abrir”, relata.
El dinero del premio lo destinaron a comprar un food truck, “que nos permitió tener una heladería móvil y un espacio físico donde poder atender a nuestro público sin necesidad de tener mesas ni terrazas”.
Con el vehículo de comidas se incrementaron las ventas y el curso impartido por el concurso le entregó las herramientas para manejar mejor el tema contable, la parte administrativa, donde Caroline era bastante inexperta. “Fue una muy buena experiencia, los profesos secos, todos muy profesionales, dedicados y de verdad fue lo mejor haber ganado Impulso Chileno, porque nos permitió que todas nuestras ideas se fueran por un tubo, las materializamos y estoy muy agradecida por eso”, señala con relación a la capacitación y mentorías que recibió durante seis meses por parte de la Escuela de Administración de la U. Católica y la Corporación Simón de Cirene.
Caroline Aqueveque cuenta que por el momento el staff está compuesto por tres jóvenes, mi marido y yo. “Lo que esperamos para nuestra heladería es poder proyectarla en distintos puntos de la región y por qué no a nivel nacional”, advierte.
Actualmente tienen el food truck en su casa, pero tienen contemplado salir a vender en las ferias costumbristas que se desarrollan en distintas épocas del año: “Es una gran ayuda al salir a vender en ferias, ya que ahorra el desgaste que significa montar un stand y es mucho más práctico, porque lo que antes implicaba gastar tres horas en poner un stand ahora las usamos en trabajar sin problemas, optimizar el servicio y dar una mejor atención”, concluye la creadora de “Rock en rollos”.
Dejar una contestacion