Máscaras. Más allá de Halloween

Andrés UrreaAndrés Urrea, psicólogo y docente de Formación e Identidad de la UST Temuco.

¿Qué máscara usaras este 31 de octubre? No importa la respuesta, la verdadera pregunta es: ¿la máscara que usas a diario te permite ser una persona libre y auténtica? Y es que, si de máscaras para Halloween se trata, cualquier analista sabrá que la que elijas no es una simple casualidad o una simple elección acorde al personaje de moda o para la fiesta, en realidad quienes optan por disfrazarse, eligen inconscientemente en base a sus propios deseos y cualidades ocultas.

¿Qué tan distinto es aquel que decide disfrazarse con capa y colmillos del verdadero conde Drácula? Algo del Drácula de Stoker tiene esa persona, o si es que conoce la historia de Vlad III de Valaquia, elige representar a este personaje por una noche con un motivo inconsciente, dejar salir a la luz aquello que hace parte de sí pero no se atreve a mostrar al mundo en su vida cotidiana.

El psiquiatra suizo Carl G. Jung (1875 – 1961), acuñó entre otros conceptos relacionados, el de “máscara” para referirse a la persona en sí misma. Y es que lo que mostramos a los demás es solo una parte de lo que realmente somos.

Para que entendamos en palabras sencillas este concepto, basta decir que, en nuestra cotidianidad, representamos distintos roles y para cada uno de ellos nos ponemos distintas máscaras que nos permiten representar bien el papel que nos corresponde. Juan no es el mismo como padre que como amigo o como directivo de la empresa en la que trabaja. Seguramente Juan con sus hijos es un padre amoroso y a veces infantil que gusta de jugar y comer helado. No utiliza los garabatos frente a sus hijos que sí usa con sus amigos cuando ve los partidos de la selección y se toma algunas cervezas, y tampoco trata a sus hijos y amigos de la forma directiva que lo hace con sus colaboradores. Sin embargo, hay que entender que el concepto hasta aquí se queda corto, pues Juan tiene aspectos de su personalidad que ni siquiera el mismo conoce, y algunos que, incluso conociéndolos prefiere no mostrar públicamente por el temor al rechazo o porque los considera inapropiados para encajar en la sociedad.

La máscara es necesaria para actuar en el teatro de la vida, pero debemos tener cuidado de identificarnos completamente con ella y olvidar que aquello que ocultamos e incluso desconocemos de nosotros, también es parte integral de nuestro ser. Se hace imprescindible reconocer nuestras máscaras, aquellas que nos permiten ser seres sociales, para evaluar que tanto estamos dejando de ser nosotros mismos por cumplir con mandatos absurdos que solo nos generan sufrimiento. Ojalá la máscara que uses, así como en Halloween, seas tú mismo quien decida ponérsela.

Como dijo el propio Jung: “La cosa más aterradora es aceptarse a sí mismo por completo”.

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