Es menester reiterar –por última vez– las observaciones realizadas por Quinturay Raypán hace ya, tantos años (2005): “Los hombres parecen mujeres y las mujeres, hombres. Las niñas no tienen torso de mujer, han perdido la feminidad; los niños nacen ‘mal hechos’… Quedan muy pocos con el poder de ver (…). La mente se ha debilitado. Ya no se comprende, no se conoce. El hombre se ha mermado, se ha perdido… Y Chile, nuestra Patria, se está destruyendo irreversiblemente”.
Sabias palabras que reflejan la realidad cotidiana.
Estas ideas son decisivas al comprender la verdadera tradición de los “hombres de la tierra” socavada por los embustes –los “derechos” y la “dignidad”– del decadente mundo moderno, en directa oposición a los verdaderos valores y costumbres tradicionales del Chili Mapu y de nuestros ancestros.
La premonición de Quinturay Raypán sobre la destrucción del país corresponde a ese alcantarillado que se ha denominado el “Nuevo Chile” a partir de la revuelta marxista del 18 de Octubre.
Se trata, por cierto, de la destrucción de la nación chilena anticipada por el etnólogo y doctor Nicolás Palacios (Decadencia del Espíritu de Nacionalidad, 1908) y que luego denunciara el pensador, escritor y exembajador Miguel Serrano (Se acabó Chile, 2001)–.
Todos han sido cómplices de esta destrucción –la “clase” política, las Fuerzas Armadas, las iglesias y las logias, los “intelectuales”, la “Derecha” y la “Izquierda” y por cierto, el santificado y brutal “pueblo/populacho” chileno…–. Todos permitieron la invasión, ocupación y destrucción de la venerada patria de nuestros ancestros. Pues el futuro de Chile pertenece a los subsaharianos y sus descendientes centro y latinoamericanos que alimentan nuestra cotidianidad cultural: Criminales, narcotraficantes, prestamistas, sicarios y prostitutas. ¡Vaya destino para los descendientes de los antiguos chilenos: Ser ‘extranjeros’ en el propio país…! Pues ya lo somos, de Arica a Punta Arenas. El país ha sido invadido y destruido al son de los matinales, los ‘realities’, el cabaret deportivo, las “elecciones”, la “realidad virtual”, los “likes” y cuanta basura es propiciada por el Sistema.
Nuestra patria fue vendida a las transnacionales –los adoradores del Becerro de Oro– en términos macro-económicos y entregada, étnica y culturalmente, a los ‘migrantes’ –los “nuevos chilenos”–.
El Chile tradicional ya no existe: Es un ‘mito’.
Rafael Videla Eissmann
3 de Junio de 2024
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