La prevalencia de los accidentes cerebrovasculares (ACV) registra una preocupante alza en las últimas décadas. De hecho, hoy en Chile representan la segunda causa de muerte y de discapacidad en las personas adultas. Por esto, conocer sus síntomas, saber cómo reaccionar frente a uno y las medidas para prevenirlos son clave para minimizar sus efectos a nivel corporal y cerebral.
Según datos de la última Encuesta Nacional de Salud (2017), en Chile ocurren 130 casos de ACV por cada 100 mil habitantes y figura entre las diez primeras causas de muerte en hombres y mujeres, aumentando sostenidamente a medida que se envejece. No obstante, de acuerdo con una publicación de la revista Lancet Neurology, la incidencia a nivel mundial de ACV en adultos menores de 45 años ha aumentado un 40% desde la década de los 90.
Esto nos da una señal sobre la importancia de saber qué es un ACV y cómo actuar en caso de presenciar algunos signos en otras personas o si estamos desarrollando uno; sobre todo, si estamos solos y si consideramos que más de un millón de chilenos viven en esta condición, de acuerdo al último Censo realizado en 2017.
Un accidente cerebrovascular es un evento agudo en el que el cerebro tiene una lesión vascular, que puede ser del tipo isquémico o hemorrágico. “Los del primer tipo se generan porque un trombo tapa una arteria y deja de existir una irrigación adecuada en el cerebro, mientras que los hemorrágicos ocurren cuando una vena o arteria del cerebro se rompe y traspasa sangre al tejido cerebral, presionándolo”, explica Paula Molina, químico farmacéutico de Farmacias Ahumada.
La profesional señala que los ACV pueden ocurrir en cualquier momento y a cualquier persona, independiente de la edad o el sexo, aunque existen factores de riesgo como la presión arterial alta, la diabetes, el colesterol alto, la apnea obstructiva del sueño, enfermedades cardiovasculares (como la insuficiencia cardíaca, defectos cardíacos, infecciones o ritmo irregular), además de antecedentes familiares y fumar o estar expuestos al humo de segunda mano. “Un accidente cerebrovascular es una emergencia médica, que debe ser tratada de manera rápida, para reducir el daño al cerebro y otras complicaciones que conlleva. No es algo que se va a solucionar con un medicamento para el dolor de cabeza, por ejemplo”, enfatiza.
Así, conocer los síntomas que permitan actuar de manera oportuna ante un episodio es clave para tomar las acciones necesarias. En primer lugar, se debe prestar atención al momento en que comienzan los síntomas, ya que algunos tratamientos son más eficaces cuando se administran poco después que comienza el incidente. “La dificultad para hablar o entender lo que otros están diciendo es un signo inequívoco de que algo está pasando, ya que la persona puede sentir confusión, arrastrar las palabras al hablar o no entender el habla”, destaca Molina.
El dolor de cabeza intenso y repentino es otro de los signos de un ACV, y puede estar acompañado de vómitos, mareos o cambios en el estado de conciencia. Además, podrían aparecer problemas en la vista en uno o ambos ojos, ya sea viendo doble, de manera borrosa o ensombrecida. Además, también la persona puede desarrollar un entumecimiento, debilidad o parálisis de la cara, un brazo o una pierna, o problemas para caminar, perder la coordinación o el equilibrio.
Entre las estrategias para identificar un ACV está el recordar la palabra “FAST” que por sus siglas en inglés corresponden a Face, Arms, Speech, Time: “Si ves que al sonreír se cae un lado de la cara, si le pides a una persona que levante ambos brazos y sólo puede levantar uno (o uno está más abajo que el otro), si al hablar se arrastran las palabras o habla de forma diferente a la habitual o sólo incoherencias, se debe llamar de inmediato a la ambulancia o pedir ayuda para ser trasladado de forma urgente a emergencias, ya que se evidencia que algún problema está experimentando nuestro cerebro y entre menos tiempo tome el inicio del tratamiento, menores serán las secuelas. Para aquellos que viven solos, mantener guardado en favoritos el número de emergencia siempre será recomendado”, destaca Molina.
Evitar secuelas como la pérdida de memoria o movimientos, parálisis, problemas para hablar o tragar, dolores, cambios en las conductas e incluso la muerte, sólo será posible si tomamos las medidas preventivas o evitamos los factores de riesgo asociados. “A pesar de que existen otras afecciones cuyos síntomas pueden ser similares, en estos casos siempre es mejor consultar con un médico para evitar mayores problemas”, finaliza la profesional.
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