El actor temuquense dejó la televisión nacional para dedicarse a la docencia teatral en el Liceo Artístico Armando Dufey Blanc. “Yo no preparo actores; preparo personas para el día a día”, afirma. Su historia refleja el valor de quienes retornan a sus raíces para enseñar desde el arte.
El actor Ricardo Elesmen Pinto Plaza, conocido en todo Chile por su papel de “El Taza” en la recordada teleserie Romané de TVN, hoy dedica su vida a una labor muy distinta: formar personas a través del teatro en su natal Temuco.
Su trayectoria comenzó en la llamada “época dorada” de las teleseries del canal estatal, donde participó en producciones como Estúpido Cupido, Sucupira, Oro Verde, Iorana y Amores de Mercado. Sin embargo, fue en el año 2000, con Romané, cuando alcanzó su consagración interpretando al entrañable pescador con problemas de audición que se ganó el cariño del público.
Cuando las luces de la televisión se apagaron, Pinto decidió regresar a La Araucanía, donde encontró un nuevo sentido a su carrera. Con estudios de Pedagogía en Castellano en la Universidad de La Frontera, asumió el desafío de enseñar teatro en el Liceo Artístico Armando Dufey Blanc de Temuco.
“Yo no preparo actores; preparo personas para el día a día”, ha señalado en diversas entrevistas, destacando que su labor va más allá del escenario. Su enfoque busca potenciar la autoestima, la empatía y el trabajo en equipo entre sus estudiantes, utilizando el arte como herramienta de desarrollo humano y social.
Sobre su salida del mundo televisivo, el actor ha sido crítico con la industria. En conversación con el portal Página 7 comentó: “La gente no se visita, se apaga la luz y chao, chao… no hay una vida social, es como ‘la vida de la tele’”, reflejando con esa frase la distancia que, según él, existe en un medio que olvida rápido a quienes alguna vez estuvieron frente a las cámaras.
Hoy, a sus 63 años, Ricardo Pinto mantiene un bajo perfil, dedicado plenamente a la docencia y al arte local. De sus antiguos colegas, conserva contacto con algunos, como el actor Mauricio Pesutic, con quien compartió grabaciones en varias producciones.
Su historia, recogida recientemente por el medio nacional El Filtrador, es también un ejemplo del valor de volver a las raíces. Desde las aulas y los escenarios de Temuco, Ricardo Pinto enseña que el verdadero legado de un artista no siempre se mide por la fama, sino por la capacidad de inspirar a otros a descubrir su propio camino.
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