En relación a la solicitud manifestada por un grupo de investigadores del Departamento de Ciencias Agronómicas y Recursos Naturales de la Universidad de La Frontera, de decretar la veda de la extracción de piñones de Araucaria (Araucaria araucana) y de la advertencia del peligro de extinción que pesaría sobre esta especie, el Colegio de Ingenieros Forestales de La Araucanía, desea hacer las siguientes precisiones y comentarios:
Los bosques de Araucaria araucana se encuentran sólo en el extremo sur de Sudamérica, por ambos lados de la Cordillera de los Andes en Argentina y Chile, y en un área de menor tamaño en la Cordillera de la Costa. La superficie de bosques con presencia de araucaria se estima en 254.000 ha en Chile y 180.000 ha aprox. en Argentina.
Gran parte de la población pehuenche que habita en la Cordillera de los Andes, se dedica entre verano y otoño a la colecta y almacenamiento de piñones de araucaria. El piñón cumple un rol importante dentro de la economía familiar, siendo usado como insumo principal de procesos alimenticios y económicos. El piñón constituye la razón y el sustento para habitar estas tierras ancestralmente siendo parte integral de su cosmovisión.
La sobreexplotación en la extracción de piñones en la Región de La Araucanía es una preocupación desde hace varios años. A la fecha se han realizado diversos proyectos de investigación que han estudiado la relación entre la tasa de extracción de piñones, en bosques de araucaria y su impacto sobre la regeneración. Estos estudios han abarcado distintas áreas, sin embargo, creemos que deben ser ampliados y actualizados, ya que se ha visto un aumento en la tasa de extracción en el último tiempo, asociada a habitantes de ciudades cercanas que los fines de semana se trasladan y efectúan recolecciones masivas de piñones, lo que puede estar afectando la sustentabilidad del recurso.
Antes de plantear una posible veda a la extracción y comercialización de semillas de araucaria; creemos que se debe determinar con precisión la tasa máxima de extracción que asegure la sustentabilidad de los bosques y cuáles son los principales factores que amenazan en la actualidad la continuidad de la especie. A modo de ejemplo, una veda no terminaría con el consumo de piñones que la ganadería doméstica realiza, siendo esta una causa importante de impacto sobre la regeneración. Es por esto que se requieren más estudios para definir adecuadas políticas sectoriales sobre el tema.
Respecto a la modificación de su categoría de amenaza, que en la actualidad es Vulnerable, creemos que no es aconsejable tomar una medida como esta, sin entregar a los responsables del proceso de clasificación de especies, antecedentes actualizados que justifiquen esta medida. La clasificación actual fue establecida en el Tercer Proceso de Clasificación de Especies llevado a cabo el año 2008 por el Ministerio del Medio Ambiente y se basó en la información más actual con que se contaba en esa fecha. Las solicitudes de revisión deben direccionarse al Ministerio del Medio Ambiente y estar adecuadamente justificadas.
Si bien la clasificación de la especie en una categoría de amenaza más severa (por ejemplo, En peligro) puede generar una mayor conciencia de la necesidad de proteger la especie, creemos que los más urgente en estos momentos es realizar estudios de impacto de la extracción y aumentar la fiscalización forestal ante los eventos de recolección masiva de piñones por personas ajenas a los bosques de araucaria.
Por otra parte, si se determina que faltan regulaciones para enfrentar esta actividad, se deberá discutir la creación de un marco regulatorio específico para la especie y para la extracción de piñones, siempre en consulta y colaboración con las comunidades indígenas respetando el Convenio 169 de la OIT.
En estos momentos, no solo la presión por piñones debe preocupar a la población. Tan preocupante como una extracción sin control de los piñones, son los incendios forestales y, en forma más reciente, la aparición de síntomas de lo que parece ser una nueva enfermedad que estaría afectando a la especie. Por lo mismo, el Colegio de Ingenieros Forestales apoya y destaca todo estudio que busque generar mayor conocimiento acerca de esta especie y aportar insumos para definir estrategias de protección. Constatamos, sin embargo, una carencia de investigaciones que aborden la variable del cambio climático y su impacto sobre los bosques de araucaria. Es por esto que hacemos un llamado al Gobierno para que aporte recursos adicionales para mayor fiscalización, protección e investigación de los fenómenos que amenazan a esta valiosa especie. En todos estos temas se extraña una gestión más activa y mayor presencia de Conaf en la discusión y/o pronunciamiento al respecto de una especie que tiene estatus de monumento natural.
Nos anima la estabilidad y sustentabilidad de los ecosistemas de Araucaria por cuanto ellos pueden contribuir a los derechos fundamentales de las comunidades como son el económico, social y cultural a través de sus frutos.
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