Proyectos viales amenazan el arbolado urbano de Temuco

Organizaciones ciudadanas denuncian el peligro en el que se encuentra el arbolado urbano de Temuco por los proyectos viales que están siendo desarrollados por el SERVIU con autorización de la Municipalidad de Temuco.

La ampliación de la calle Imperial por el proyecto “Mejoramiento de la Av. Pablo Neruda con Simon Bolívar/Imperial” ya significó la tala de una arboleda con más de 20 árboles que conformaban un área verde valorada por las familias, ciclistas y peatones, brindando sombra en verano, refugio de la lluvia y el viento en invierno, embelleciendo el lugar. Muchos de las vecinas y vecinos se enteraron de la eliminación de los árboles sólo cuando ya estaban demarcados para su tala. Ante esta situación, interpusieron un recurso de protección con apoyo de la organización RADA.

Una situación similar se vive hoy en la intersección entre León Gallo, Hochstetter y Pablo Neruda, donde se está desarrollando la ampliación de Av. Pablo Neruda por el mismo proyecto y cuyas obras mantienen amenazados cerca de una decena de maitenes establecidos, en buenas condiciones de salud fitosanitaria.

La peor parte de todo el plan vial, será sin embargo el soterramiento de las calles San Martín y Bernardo O’higgins, que implican la tala de al menos unos 100 árboles en la capital regional. Este proyecto vial, del plan Buen Vivir, fue anunciado por la Ministra del Interior Carolina Tohá en junio de este año, quien vino a Temuco junto con el Subsecretario de Obras Públicas a la firma del convenio para el traspaso de los recursos públicos al alcalde Roberto Neira.

En un contexto de crisis climática estos proyectos deberían ser revisados ya que fueron pensados hace más de diez años atrás. Aunque la Ley de Bases del Medio Ambiente no obliga a evaluar proyectos viales, éstos deberían voluntariamente someterse al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental, tanto por el impacto a la naturaleza como a las personas. Se hace urgente incluir además indicadores ambientales para la adjudicación de fondos públicos para proyectos viales.

¿Una ciudad para quién?

Todos estos proyectos viales buscan agilizar el transporte en vehículos particulares sobre todo para la población del sector poniente de la capital regional, en desmedro de otras formas de transporte como el transporte público, la bicicleta o caminar. Agilizar el transporte privado significa aumentar la velocidad de circulación de los vehículos y reducir la transitabilidad para peatones y ciclistas. Si hoy ya cuesta cruzar calles y avenidas caminando, imaginemos cómo sería si esas carreteras urbanas llegan a ser construidas.

Lo cierto es que la experiencia ha demostrado que cada vez que se amplían las vías para facilitar el tránsito de vehículos privados, quienes tienen poder adquisitivo compran más automóviles y las calles terminan atochándose de igual forma, solo en un par de años después de construidas las carreteras urbanas. Es un hecho que la población seguirá aumentando y con ello el aumento de la circulación de automóviles si no se toman seriamente otras medidas más sustentables. Al contrario, lo que sucede cuando se quita espacio a los automóviles para abrir espacios a otros sistemas de transporte sustentables como la bicicleta, el transporte colectivo, o simplemente caminar, el resultado es una disminución del parque automotriz y un aumento del transporte público, peatonal y ciclista, resultando además en reducción de emisiones de contaminantes por uso de combustibles fósiles, mejora de la calidad del aire, reducción del ruido, mejores indicadores de salud y mejor calidad de vida en general para los habitantes de la ciudad.

Árboles v/s autos y cemento

Las industrias automotriz y del cemento van de la mano, se potencian mutuamente, y son de las que más aportan a la crisis climática. Los automóviles no solo emiten gases de efecto invernadero y son responsables de la contaminación del aire por el uso de combustibles derivados del petróleo, también generan contaminantes y daños ambientales en el proceso de fabricación que involucra actividades como la minería de acero y la producción de caucho, vidrio y plásticos. La industria del cemento y el desarrollo de infraestructura vial va de la mano con la industria automotriz, generando sus propios impactos ambientales negativos. El cemento además aumenta la temperatura urbana en verano, provocando islas de calor, e impide la absorción del agua lluvia en invierno, impidiendo así la recarga de las napas subterráneas que alimentan el sistema de agua potable de Temuco. Generando además anegamientos en los lugares donde finalmente termina desembocando toda el agua que llovió sobre la superficie pavimentada de la ciudad.

Los árboles en cambio, absorben C02 de la atmósfera y lo transforman en oxígeno, mejorando la calidad del aire. Además los árboles regulan la temperatura, reduciéndola considerablemente en verano. En invierno contribuyen como cortinas contra el viento, facilitan la absorción del agua lluvia en el suelo, y proporcionan alimento y refugio a decenas de especies de aves, insectos, e incluso mamíferos nativos como el monito del monte. La sola presencia de los árboles aporta belleza estética a la ciudad, además de generar beneficios en la salud mental de las personas. Los árboles generan múltiples beneficios ambientales, en cambio el aumento de autos y cemento, perjuicios. En un contexto de triple crisis planetaria: de contaminación, de biodiversidad, y del clima, ¿qué vamos a promover en Temuco? Más autos, más cemento, y menos árboles, claramente es dirigirnos directo a la profundización de los problemas ambientales, poniendo en serio riesgo la salud de la población, ya menoscabada por la contaminación atmosférica que vivimos hace más de una década, además de exponer a las futuras generaciones a un panorama muy deprimente. ¿Ese es el legado que queremos dejar a quienes serán los habitantes de la capital de La Araucanía en las próximas décadas? Esperamos que no, y que las autoridades del MOP, del MINVU, del SERVIU y de la Municipalidad de Temuco reformulen las inversiones, las que deben plantearse mirando al futuro, para garantizar la justicia intergeneracional, desplegando políticas públicas de largo plazo que nos beneficien a todas y todos.


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