Desayunar, almorzar o cenar en compañía, tener la posibilidad de “comer rico” pero saludable, no excederse en el consumo de alcohol y tener recursos económicos para variar la dieta, son algunos de los factores que mejoran la satisfacción con la alimentación de las personas.
A pesar del poco tiempo que actualmente las personas disponen para compartir comidas familiares, estudios científicos han comprobado que la compra, preparación e ingesta de alimentos es una de las preocupaciones humanas más importantes en la vida diaria. Una encuesta realizada en el sur de Chile, reveló que casi un 30% de los entrevistados está satisfecho con su alimentación, un 43% está conforme, alrededor de un 20% está medianamente satisfecho y un 10% no está contento.
Se sabe que los alimentos actúan como un producto social y tienen una dimensión emocional: contribuyen al bienestar físico, son fuente de placer y la mayoría de las veces se prepararan con la expectativa de que serán disfrutados en compañía. Por lo tanto, su consumo es un aspecto que está directamente relacionado con la satisfacción con la vida y son un componente esencial en la salud de las personas. Surge entonces la pregunta ¿qué hace que estemos más o menos contentos con nuestro consumo de alimentos, satisfacción con la vida y salud?
Investigadores de la Universidad de La Frontera, liderados por la doctora Berta Schnettler, junto al doctor Marcos Mora de la Universidad de Chile y el doctor Germán Lobos de la Universidad de Talca, realizaron un estudio -enmarcado en el Proyecto Fondecyt “Relación entre el bienestar subjetivo, alimentación y comportamiento de compra de alimentos”- centrado en identificar las variables que influyen en la satisfacción con la alimentación de las personas que pertenecen a distintos estratos socioeconómicos en el sur de Chile.
Fueron efectuadas 316 entrevistas a personas residentes en Chillán, Concepción, Temuco y Puerto Montt, a quienes se les consultó la frecuencia de consumo de pan, carne, leche, huevos, frutas, verduras y vino. Asimismo, se preguntó si ciertos alimentos tienen restricción debido a problemas de salud: azúcar, sal, grasas, frituras y alcohol. Otro aspecto abordado fue la frecuencia de comidas en el hogar junto a la familia y fuera de él, en restaurantes y locales de comida rápida. “También consideramos la dimensión socio-demográfica y económica que incluyó sexo, edad, número de miembros del grupo familiar, presencia y edad de niños, zona de residencia, origen étnico, ocupación y educación del jefe de hogar; elementos que determina el estrato socioeconómico: ABC1, C2, C3, D y E”, explicó la doctora Schnettler.
Conformidad v/s situación económica
Según los resultados finales, el 28,8% de los encuestados se mostró altamente satisfecho con su alimentación, un 43% declaro estar conforme, un 20,6% dijo sentirse medianamente satisfecho y un 10,1% señaló que no estaba contento con su alimentación. Surge desde aquí un dato que corrobora que la dimensión económica influye ampliamente: la mayor proporción de las personas más satisfechas con su alimentación pertenecen al estrato ABC1 (37%); mientras que las insatisfechas tienen mayor presencia de los segmentos C3, D y E (22,7%).
Si se relaciona con la dimensión salud, los datos arrojan que el 41,8% de los entrevistados tiene una autopercepción muy buena de su salud y un 32,6% la considera buena. “Es destacable que el estrato ABC1 presenta el mayor número de personas con buena percepción de su salud, mientras que en los grupos C2, D y E sólo hubo una percepción regular de este ámbito”, añadió la investigadora.
Asimismo, casi el 65% de los encuestados dice acudir a restaurantes de manera ocasional y generalmente a locales de comida rápida. El 12,8% del segmento ABC1 si acude a comer fuera de manera regular, mientras que un 37% comprendido en el estrato C3, D y E nunca lo hace. En la medida que las personas disponen de más tiempo para cenar en familia en días de trabajo la satisfacción con la alimentación aumenta. Ahora bien, si la dieta diaria incluye consumo de carnes también aumenta la satisfacción con la alimentación. Ocurre lo contrario si se restringe el consumo de alcohol.
Desde una perspectiva demográfica, la mayor probabilidad de estar insatisfechos con su alimentación se concentra en el género masculino, a diferencia de las mujeres, quienes restringen significativamente más los alimentos considerados como dañinos para la salud.
La Hora Familiar
Otro dominio está relacionado con el tiempo disponible para cenar en el hogar durante la semana (interacción social) y el número de integrantes del grupo familiar, siendo la cena, unas de las pocas oportunidades que tienen las familias chilenas de reunirse (el régimen de jornada escolar completa hace que los niños almuercen fuera de su hogar desde temprana edad en muchos establecimientos educacionales). “Creemos que este momento, la cena familiar, debería ser una práctica habitual en todos los hogares chilenos, ya que está establecido que fomenta una alimentación saludable, mejora vínculos familiares, fomenta la armonía y contribuye a mejorar la sociabilidad, entre otras buenas razones”, concluyó la académica.
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