Rubén Soto, terapeuta ocupacional académico de la Universidad Mayor Sede Temuco, subraya que la drogodependencia está muchas veces ligada a irritabilidad, ansiedad o estrés.
¿Es feliz con su día a día? ¿Dedica el tiempo suficiente a compartir con quienes ama, en relación a su carga laboral? ¿Le da espacio suficiente durante la jornada a las actividades que le reportan placer?
En una sociedad que se mueve a la rapidez de hoy, con los altos niveles de estrés, largos desplazamientos al lugar de trabajo y una sensación de que el día se queda corto, la persona tiende a generar ansiedad, depresión, frustración e insomnio, entre muchas otras patologías de orden social.
Para aquellos que están más vulnerables, o cuyo contexto es de riesgo, el paso a la drogodependencia siempre está latente.
Rubén Soto, terapeuta ocupacional con un magíster en drogodependencia y académico de la Universidad Mayor Sede Temuco, explica que todo parte del quehacer diario, y muchas veces cuando hay un abuso de sustancias, es porque las rutinas están desestructuradas.
Hay ciertos indicadores –comenta-. Dejar de trabajar, las grandes ausencias laborales, desempeño afectado o que los intereses que a una persona antes la movilizaban, ya no causan la misma sensación.
¿Cómo monitorear aquello, cuál es el consejo? Soto afirma: “Es un buen ejercicio, para cualquier persona, identificar los factores de estrés. Y para ello, hacer un alto y visualizar la jornada, reflexionar sobre qué cosas me están moviendo actualmente y revisar mi rutina. Hacer un dibujo de cuánto le estoy destinando al trabajo, y cuanto a actividades que me reportan placer”.
También está el tema corporal, la tensión muscular (que se puede mejorar a través de incluir pausas o posturas durante la jornada laboral).
“Si hay algo que te gusta y no lo estás haciendo por trabajo, ver cómo puedes acomodar tu rutina. Acomodar un horario, y desde ahí crear una rutina más satisfactoria, que reporte placer y no sea algo tan enajenante. Si no se está haciendo, ver los por qué. Generalmente uno trabaja por el salario, pero hay que ver qué alternativas hay: si me movilizo y cambio de trabajo o genero un espacio paralelo donde puedo tener una especie de restauración mental”, asegura el académico de la U. Mayor.
AL LÍMITE
Como se plantea, cuando se suben los niveles de tensión, depresión o frustración, el paso a la drogodependencia está al límite, entendiéndose como droga a toda aquella sustancia que afecta el sistema nervioso central. Es decir, caben por igual la cocaína y la heroína, como la marihuana, el alcohol, antidepresivos, relajantes musculares, las benzodiacepinas o la nicotina.
Y, personal y socialmente, el abuso de cualquiera de estas sustancias generará una situación negativa.
Soto aclara que no existe una ecuación perfecta respecto de cuántas horas dedicarle a cada cosa. Más bien, va por el lado de la calidad que se genere en ese espacio. “Si 20 minutos de escuchar música me reportan placer, bien. Estoy logrando algo que, si no lo hiciera, probablemente me mantendría más estresado y con mayor irritabilidad”.
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