Cuando hablamos de economía podemos pensar que mientras más rápido esta avance y mientras más condiciones económicas favorables existan en un país, los beneficios para sus ciudadanos van a ser cada vez mejores y, mientras más rápido esto suceda, mejor: a nadie le gusta estar desempleado o no tener su propio medio de transporte, por ejemplo.
Efectivamente, cada vez que se impulsa la productividad la economía crece y los ciudadanos obtienen mayores ganancias desde el punto de vista social y económico. Ahora bien, este crecimiento puede ser paulatino o lograrse en un periodo relativamente corto de tiempo. Chile, considerado por el Banco Mundial como una de las economías de mayor crecimiento acelerado globalmente, es el perfecto ejemplo de este último caso, como también lo son Brasil, India o Turquía.
Durante los últimos 20 años el país ha estado reportando un crecimiento de 3.5% anual y el ingreso per cápita se ha duplicado y se espera que para el 2018 se sume a la lista de países desarrollados con altos ingresos. Pero este vertiginoso crecimiento en las últimas dos décadas trae consigo nuevos retos para Chile, como resultado del cambio social que ha sufrido el país.
El rápido crecimiento en Chile ha traído como consecuencia un importante aumento en el número de personas que han salido de la pobreza y han pasado a conformar la clase media. Hoy en día, Chile cuenta con una clase media de envergadura que, sin embargo, sigue siendo vulnerable, a pesar de haber ingresado a la era de consumismo moderna.
Así, por ejemplo, cada vez mas chilenos tienen la oportunidad de adquirir vehículos, apartamentos, ipads, teléfonos de última generación e incluso irse de vacaciones al exterior; pero los ingresos siguen siendo relativamente bajos y muchas familias han tenido que recurrir a préstamos o créditos privados para poder alcanzar estos productos o servicios, esto ha dado como resultado que hoy en día, muchos Chilenos recurran al uso de tarjetas de crédito e hipotecas para financiar sus compras.
Hasta este punto, esto no representa un aspecto negativo; sin embargo, esto sucede porque los ciudadanos confían en que sus ingresos continuarán creciendo al mismo ritmo, lo que se conoce en el plano financiero como “expectativas racionales”, pero, qué sucedería si esto cambia? Por ejemplo, para una familia que ha disfrutado de un 6% de incremento anual en sus ingresos por varios años y que tomando en cuenta esta realidad ha pedido un préstamo, una disminución en la tasa de crecimiento de sus ingresos, por ejemplo, a un 3% anual, pondría su situación económica en apuros, forzando un menor consumo, aún cuando en realidad sus ingresos sigan creciendo, solo que a un ritmo menor que como lo venían haciendo. Si las tasas de interés sobre esos créditos aumentan, el problema se tornaría mucho peor, como está sucediendo hoy en día con Brasil.
Desde el punto de vista financiero esto trae consigo un efecto dominó que incide en tasas de inflación, atraso en el pago de deudas, etc. Desde la perspectiva social esto también tiene un impacto importante, debido a que si el crecimiento se desacelera tan solo un par de puntos, se produce un descontento y decepción general que escala rápidamente en la población.
De acuerdo con Trading Economics, la confianza del consumidor chileno ha aumentado de 54 puntos en Octubre de 2013 a un 55.90 en Noviembre del mismo año, ubicándose en 56 en Diciembre. Por otro lado, Focus Ecnomics estima que para el 2014 el índice de consumo aumente un 4.5%.
De ahí que economías emergentes como la nuestra deban tomar en consideración las expectativas racionales de los Chilenos e incluso moldurarlas y educar a la población acerca del ahorro y la forma de invertir el dinero. De manera que no es suficiente para Chile el que el crecimiento económico siga siendo calificado como “rápido” y que se emitan cifras para años venideros que profundicen las expectativas racionales, sino que, además, se necesita que la economía sea más equitativa y que los ingresos se basen en méritos y en esfuerzos personales y no simplemente en una promesa de obtención de ingresos más altos.
El crecimiento económico puede continuar caracterizado por un rápido aumento, pero se necesitará que se creen nuevas instituciones y se establezca una conciencia de bienestar colectivo, que actualmente no se ha llegado a alcanzar, de ahí que, por ejemplo, el Banco Mundial sugiera que uno de los grandes retos de Chile sea eliminar las diferencias de clases. Hasta los momentos, los vientos han sido favorables para Chile, pero es necesario estar preparados y evitar situaciones de tensión, para ello las políticas que decida adoptar el gobierno serán esenciales.
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