Mantener el equilibrio y control, adoptar una planificación familiar e informarse adecuadamente son vitales en estos casos, explica el psicólogo Rodrigo Atallat.
El proceso eruptivo en el que hace dos días entró el volcán Villarrica no ha pasado desapercibido para los que viven en las cercanías del macizo ni para los que presenciaron el fenómeno a kilómetros de distancia. Para muchos de los habitantes de Villarrica, Pucón, Curarrehue y la zona de Coñaripe – Licanray, ha significado adoptar una serie de medidas ante la posibilidad que el evento adquiera mayores características.
En este sentido, el psicólogo y docente de la Escuela de Psicología de la Universidad Santo Tomás Temuco, Rodrigo Atallat, analizó los efectos que a nivel individual y social ha generado la situación que se vive en la zona lacustre de La Araucanía.
“Para las personas cercanas al volcán, eran esperables niveles altos de ansiedad y/o angustia frente a un estímulo estresor como la erupción. Cuando estos niveles de ansiedad se mantienen dentro de un rango adecuado, permiten que la persona se movilice y actúe adaptativamente. Pero cuando estos niveles de ansiedad se tornan inmanejables, la angustia hace su aparición, pudiendo incluso llegar a inmovilizar a la persona, e impidiendo una adecuada conducta adaptativa”, explica el profesional.
Agrega que “para algunos, la erupción probablemente se torna paulatinamente en algo pasado, cuyo efecto se va diluyendo poco a poco de la conciencia. Sin embargo, para otros, es una situación que no se ha cerrado, que sigue latente, y por tanto están pendientes ante cualquier signo o señal de que se avecina nuevamente el peligro. Entre ellos, se encuentran muchos niños y personas vulnerables por diferentes razones (por ejemplo, adultos mayores con dificultad para moverse), quienes viven situaciones de este tipo de manera mucho más emocional que el promedio”, expresa.
Equilibrio, planificación e información
En este contexto, y ante la eventualidad que ocurra una situación similar, el psicólogo entregó recomendaciones que pueden ser de gran utilidad en caso de una nueva emergencia.
“Es necesario mantener el equilibrio y control. Usando la analogía jinete – caballo para entender la relación razón – emoción, generalmente es el jinete quien debe guiar al caballo y no al revés, salvo excepciones. Esto significa que la razón debe regular las manifestaciones emocionales en momentos de estrés (evitar gritos, alterarse, inmovilizarse, entre otras), ya que de otra manera probablemente se tomen decisiones inadecuadas, además del impacto emocional negativo de dichas conductas en los niños. Si en un adulto el nivel de estrés vivido fue alto, para un niño puede ser peor por su indefensión”, dice.
Además, indica, es importante cuidar a las personas más vulnerables. “En primer lugar, si los niños u otras personas más vulnerables ven alteradas sus conductas regulares (alimentación; sueño; etc), hay que indagar en lo que ellos piensan y sienten respecto a lo ocurrido. Esto porque es normal que después de situaciones estresantes sus conductas cambien, y una pieza clave para la recuperación es la respuesta del adulto”.
Según el psicólogo, la familia debe desarrollar un plan específico en caso de una nueva emergencia. “Si llega a declararse la alerta, y no están juntos, hay que establecer en qué zona de seguridad se van a encontrar; si los niños están en el colegio, o hay adultos mayores viviendo solos, quién los va a buscar. Por último, puede ser una buena idea contar con un bolso de viaje que contenga ciertos elementos de primera necesidad: un kit de primeros auxilios; alimentos no perecibles que no requieran preparación; set de ropa básico”, sostiene.
Por último, el profesional hace hincapié en la necesidad de estar informado ante cualquier eventualidad. “Como la idea es mantener la calma siendo prudentes, hay que estar atentos a las indicaciones de las autoridades respectivas, en caso de una nueva alerta. Esto significa estar en contacto con las noticias locales por la radio, o en conversaciones con Carabineros, u organizándose entre vecinos cercanos para informarse y ayudarse mutuamente. El establecimiento de redes sociales de apoyo puede ayudar a disminuir el sentimiento de incertidumbre que rodea a situaciones estresoras como la vivida la madrugada del martes”, concluyó.
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