Cifras oficiales, nos permiten concluir que la vivienda es uno de los espacios donde comúnmente se ejerce violencia contra la mujer, escondiendo entre sus muros eventuales abusos y agresiones físicas, sexuales, psicológicas o económicas. Esta grave situación en Chile afecta indistintamente a diversos grupos socioeconómicos; no obstante, factores como el hacinamiento habitacional, el aislamiento territorial y social o una deficiente “vida de barrio” pueden contribuir a agravar aún más este problema y retroceder en la defensa de los derechos humanos.
La vulnerabilidad socioeconómica y falta de confianza en el vecindario colabora muchas veces a que la mujer se subyugue y oculte los ataques de su pareja. Es por ello que dentro de una estrategia global para enfrentar esta compleja realidad no debieran quedar de lado factores como soluciones habitacionales de mayor calidad, situadas en barrios más inclusivos, participativos, dotados de conectividad, servicios, oferta de espacios públicos y áreas verdes.
Es importante resaltar que en Chile, más del 80% de las soluciones habitacionales que el Minvu entrega son gestionadas por mujeres; por tanto, la eventual sumisión económica no se funda en este elemento sino al perecer en aquellos asociados a los gastos familiares, lo cual se refuerza con la determinación unilateral de los agresores que en muchas ocasiones prohíben a las mujeres trabajar, para así acrecentar el poder sobre ellas y profundizar la violencia económica. Para las mujeres víctimas de violencia intrafamiliar, este Ministerio dispone de subsidios especiales que les otorgan la oportunidad de reiniciar una nueva vida.
La complejidad del problema hace que este deba abordarse desde lo intersectorial y es aquí donde nuestro ministerio realiza también su aporte. Según la Organización Mundial de la Salud, dentro de las estrategias de prevención primaria, las iniciativas comunitarias dirigidas contra la desigualdad de género o aquellas tendientes a mejorar la comunicación y las aptitudes para mejorar las relaciones interpersonales son parte importante de la solución.
Uno de los buenos ejemplos al respecto es el reconocido Programa Quiero mi Barrio del Minvu. Esta es una de las herramientas que nos permite colaborar en el desarrollo de vínculos sociales y comunitarios, ya que motiva a los vecinos a dejar de vivir encerrados, “puertas adentro”, para volcar la mirada y el interés personal también hacia el barrio y lo colectivo.
Un barrio con más participación es también un barrio más seguro, en donde las personas se preocupan por los otros y pueden ayudar a resolver o enfrentar de mejor forma las dificultades. La violencia contra las mujeres tiene un profundo sentido cultural y parte de su solución pueden hallarse al interior de la vivienda y también fuera de ella, en el espacio urbano, en calles y parques donde se cultive el respeto por los demás, espacios que finalmente pasan a transformarse en las “grandes aulas” donde se vive y encarna la democracia.
Jaime Romero Álvarez
Subsecretario de Vivienda y Urbanismo
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