Precauciones y cuidados con los niños en playas y piscinas

15214095_xxlEnfermera de la U. Mayor sede Temuco comparte acciones preventivas y entrega consejos para actuar en caso de emergencia.

Llegó el verano y la temporada de playas y piscinas también. Muchos niños buscan en el agua diversión y aminorar el calor veraniego, sin embargo, es necesario tener en cuenta ciertas recomendaciones, no solo para evitar accidentes mayores, también para prevenir insolaciones o problemas en la piel.

MUCHO PROTECTOR SOLAR

Los rayos solares son la primera amenaza para la salud en esta época y los más pequeños, por tener una piel más delgada, son más propensos a sufrir sus efectos.

“Es fundamental aplicar protector solar -con filtro sobre 30- media hora antes de exponerse al sol y repetir esto varias veces al día. Además, cada vez que los niños se bañen, será necesario a su salida aplicar nuevamente  la protección”, explica Lissete Mendoza, docente de la Escuela de Enfermería de la U. Mayor sede Temuco.

La profesional agrega que el uso de ropa de baño con filtro UV y gorros que protejan el cuello y las orejas es también de mucha ayuda.

Sobre cuando es más conveniente darse un chapuzón, la enfermera señala que “es ideal bañarse después de las cinco de la tarde y ojalá en tiempos breves, pues ocurre que en el agua la exposición a la radiación solar es mayor, por el reflejo de los rayos en la superficie líquida, además  del desequilibrio de la temperatura corporal”.

Sin embargo, si el tiempo de exposición al sol fue mucho y la protección insuficiente, el resultado será una quemadura de grado variable y lo lógico es consultar en un centro asistencial, para tratar el dolor y evitar complicaciones. “Ningún tipo de ‘remedio casero’ es recomendado (como pomadas cicatrizantes, pasta de dientes u otros), porque sólo contaminan la quemadura y pueden ocasionar infecciones u otras complicaciones, en especial en los niños, cuya piel es más delgada y delicada”, advierte Lissete Mendoza.

ESPERAR DESPUÉS DE COMER

Comer e ir rápidamente al agua es peligroso. Para que el proceso de digestión se realice correctamente, la circulación sanguínea aumenta en el territorio intestinal. Nadar o moverse en el agua hacen que se requiera aumentar la circulación en las extremidades –y como el flujo sanguíneo está redistribuido en el intestino-, la posibilidad de que se generan calambres aumenta, imposibilitando el movimiento y acrecentando el riesgo subsiguiente de asfixia por inmersión.

Para evitar esta situación, la enfermera Lissete Mendoza sugiere ingresar al agua no antes de dos horas tras haber comido. “Es el tiempo mínimo de espera para ingresar al agua en los niños mayores de tres años”, explica la profesional.

MANIOBRA DE REANIMACIÓN

La situación más grave y menos deseable en playas y piscinas, sin duda, es un paro cardiorrespiratorio producto de inmersión prolongada. Estar atentos a los niños en todo momento es lo primordial para evitarlo, sin embargo, si la situación se produce es necesario considerar algunas recomendaciones que realiza la docente de la U. Mayor, Lissete Mendoza. 

Primero es sacar al niño del agua y chequear si respira o no. En caso de no respirar o hacerlo de manera jadeante o agónica, iniciar –paralelamente a un llamado al servicio de urgencia- maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP).

En términos generales y pensando en un caso de urgencia, la maniobra de RCP incluye compresiones torácicas en el centro del pecho, justo bajo una línea imaginaria entre los pezones. Dependiendo de la edad del niño, estas compresiones se realizan con dos dedos (lactantes menores de 1 año), una mano (1 a 8 años) o ambas manos (mayores de 8 años).

Junto a las compresiones en el tórax, se debe apoyar la ventilación, mediante respiración boca a boca, que en el caso de niños pequeños puede incluir sellar herméticamente boca y nariz. Se deben intercalar dos ventilaciones por cada 30 compresiones torácicas.

Con todo, la eficacia de esta maniobra dependerá del entrenamiento que pueda tener la persona que realice este proceso, de allí que el llamado es que la mayor cantidad de gente realice cursos de reanimación cardiopulmonar (RCP) básico.

Lissete Mendoza, docente Escuela Enfermería U. Mayor

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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