Por Francisco Javier Devia Aldunate, funcionario público.
La muerte por atropello de dos motoristas de Carabineros en la Región de Coquimbo, provocada por un grupo de jóvenes delincuentes quienes huían de una persecución policial, provocó consternación en la opinión pública, unido a sentimientos de rabia y tristeza por la forma como dos funcionarios de esa institución perdieron su vida, por defender el orden y la patria.
Como funcionario público, anónimo e irrelevante, quisiera solidarizar con las familias de esos nuevos héroes de dicha institución: Sargento Segundo Hans Knopke y Carabinero Luis Díaz, ambos fallecidos en actos de servicio.
Asimismo, deseo expresar que existe una “mayoría silenciosa” que agradece y apoya el compromiso diario de Carabineros con nuestro país, en una actividad o función pública compleja, la cual no está exenta de peligros.
Finalmente, convendría indicar que en los Estados Unidos de Norteamérica, quien lesione o maltrate a un agente policial sufre severas penas de cárcel, -por ser una circunstancia agravante-, y en algunos Estados, el homicidio o asesinato de un agente policial se castiga con la pena de muerte. Lo anterior se entiende porque el agente policial está amparado por facultades legales para defender y proteger a la sociedad, o sea, a todos los ciudadanos, sin distinción de ningún tipo.
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