La presentación de un nuevo Proyecto de Ley de Modernización de la Cancillería sufrió el rechazo absoluto de la Mesa Gremial de ese Ministerio, ya que sus funcionarios nunca tuvieron acceso ni participaron en la elaboración del mismo, enterándose “por la prensa” de su contenido. Esta situación violó lo consagrado en la Ley 19.296, que establece normas sobre Asociaciones de la Administración del Estado.
Por lo tanto, en la forma, este Proyecto adolece de un vicio de nulidad, hecho que debiera revertirse.
En cuanto al fondo, esta iniciativa no significa ninguna reestructuración integral, manteniéndose una alta discrecionalidad política en esta repartición pública. El aumento del número de Agregados de 33 a 48; la no limitación del número de Embajadores políticos, la creación de la unidad de asesoría especializada para la Defensa de los Intereses de Chile, entre otras observaciones, avalan mi comentario.
Por otra parte, se observa un notorio interés por crear una Subsecretaría de Relaciones Económicas Internacionales, la cual tendría una gran autonomía de la Subsecretaría de Relaciones Exteriores. Es decir, se privilegiará un enfoque más comercial, que denomino fenicio, por sobre una visión diplomático-estratégica o romana. A mi juicio, ambas visiones de la política exterior debieran complementarse y no correr por canales separados.
Finalmente, sin voluntad política nunca habrá una reforma completa de la Cancillería. Por ello, ¿no debiera primero definirse qué tipo de política exterior se desea diseñar y ejecutar -la de un país mediano o pequeño-, para luego, asignar los recursos que correspondan?
Francisco Javier Devia Aldunate
Ex Presidente
Asociación de Diplomáticos de Carrera
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