Profesor Escuela de Negocios, U. Central
El sector agroalimentario es un proveedor de bienestar, tanto para las personas que trabajan y viven vinculadas a él como para los chilenos que consumen y utilizan sus productos y servicios. Existen interesantes oportunidades para fortalecer a este sector como generador de bienestar a partir de nuevas demandas (y otras no tanto) que se expresan desde la sociedad en cuanto a los productos, servicios y formas de producción de las actividades agroalimentarias.
Se espera que el sector, además de riqueza material, provea: alimentos saludables y multipropósitos que contribuyan a reducir ciertas enfermedades; servicios ecosistémicos que favorezcan la vida buena; actividades de turismo que promuevan una mayor vinculación con la naturaleza; una gastronomía experiencial que aproveche nuestra diversidad local y territorial; y sentidos de pertenencia y orgullo nacional, como los provocados por la idea fuerza “Chile Potencia Agroalimentaria”. Igualmente, se espera y se demanda un trato justo de los trabajadores por parte de las empresas agroalimentarias y de los habitantes rurales por parte de los distintos actores públicos y privados que proveen servicios. El sector agroalimentario y el mundo rural están produciendo cada vez más intangibles -experiencias gratificantes y emociones- y ello contribuye a consolidarlo como un proveedor significativo de bienestar.
Así como en el desafío nacional de aumentar la productividad se ha ido incorporando gradualmente el requerimiento de examinar la contribución de los proyectos y políticas a la productividad, sería interesante tener una práctica similar en relación al bienestar. Así se estaría inequívocamente poniendo a las personas como preocupación central del crecimiento económico y consolidando el avance de Chile al desarrollo.
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