Se preguntarán quién soy y por qué les escribo. Soy mapuche, tengo 63 años, pasé 7 viviendo en la calle y hoy estoy en el Hogar de Cristo. Mi historia de calle comenzó después de separarme, dormí fuera de hospitales, me metí en las malas costumbres y empecé a tener problemas: perdí mi trabajo, me aparté de mi familia, me alejé de mi gente. Una noche, los voluntarios del Hogar de Cristo repartían alimentos. Fue en esa época que uno de ellos me dijo que me fuera a la Fundación. Desde entonces vivo en la hospedería de hombres.
No voy a mentir, echo de menos a mi familia, me gustaría recuperarla, ese es mi espíritu -mi sueño-, antes de ser más abuelo. Porque a mis 63, me tocó aprender que la pobreza sí discrimina: importa tu origen, si hablas castellano o mapudungun, si eres joven o viejo, si vives al norte o al sur de la frontera en el río Bío Bío.
Nuestra región es la más pobre de Chile. ¿Por qué? Porque nos han quitado la Tierra. La palabra Tierra es sagrada para nosotros los mapuche y, por eso, para mí, el Hogar de Cristo es sagrado, porque se ha convertido en la única Tierra que tengo. San Alberto Hurtado es como un padre para todos nosotros; acá no hay mapuches ni chilenos, hay personas.
Eduardo Curimil Tripe, Hospedería de hombres del Hogar de Cristo.
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