Llegando el verano, la obsesión por perder peso puede producir serios daños a la salud. Hay que saber que ninguna dieta rápida o medicamento para perder peso tiene características milagrosas, muy por el contrario.
La obsesión por adelgazar en nuestra sociedad, principalmente asociado a razones estéticas y aún es personas con un índice de masa corporal (IMC) normal, es una realidad. Esto ha extendido la creencia en dietas milagrosas y medicamentos adelgazantes. No obstante, éstos podrían generar serios daños a la salud de quienes las hacen o los consumen.
Antes de la pandemia, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) señalaba que el 34,4% de la población chilena mayor de 15 años presentaba altos índices de obesidad. Luego, y debido a las cuarentenas, el 44% de los chilenos experimentó un alza de peso durante el periodo, de acuerdo a la Encuesta de Consumo de Alimentos y Ansiedad durante la cuarentena por Covid-19 en Iberoamérica.
En este contexto, y llegando el verano, muchos han apostado por dietas exprés que prometen bajas de peso rápidas sin pasar hambre, o por el uso de medicamentos que disminuyan el apetito o a disolver las grasas, pero poco se sabe sobre la seguridad o efectividad de éstos. Para Paula Molina, químico farmacéutico de Farmacias Ahumada, “estas dietas puedes constituir no sólo un fraude, sino también un serio perjuicio para la salud, ya que carecen de evidencia científica”.
“La mayoría de estas dietas excluye ciertos nutrientes, desequilibrando por completo al organismo. Las dietas deben cumplir con los requisitos de ser equilibradas, variadas y moderadas, haciendo posible el mantenimiento de una salud óptima aportando menor energía de la que gastamos.
Por lo demás, se debe tener la seguridad de que el alza de peso no sea por algún trastorno metabólico, por eso debe ser recomendada por un especialista”, indica.
Asimismo, es enfática respecto al uso de productos inhibidores del apetito. “Ningún medicamento debe consumirse sin supervisión médica, menos los formulados para bajar de peso, ya que en dosis inadecuadas, estos fármacos pueden generar hipertensión pulmonar, aumentos de la presión arterial, accidentes vasculares y hasta fases maniacas en personas bipolares”, señala. Por esto, el acompañamiento médico es fundamental, sobre todo en personas con patologías psiquiátricas, cardiovasculares, alteraciones metabólicas o endocrinas, que verían incrementado el riesgo para su salud al consumirlos.
Y no es de extrañar que la facultativa haga hincapié en este punto, considerando el aumento en un 300% en las ventas de fármacos inhibidores del apetito desde 2013 al 2017, detectado por el Instituto de Salud Pública (ISP). “Conlleva un riesgo importante para la salud no sólo por el abuso de éstos, sino también por las interacciones con otros fármacos y los efectos secundarios que generan”, indica.
Sin embargo, la farmacéutica añade que los productos “naturales” promocionados para bajar de peso también tienen un riesgo asociado. “Todas las sustancias producen reacciones químicas en el organismo, por más seguras o inocuas que nos parezcan. Por lo que siempre se generarán interacciones, sobre todo cuando tenemos personas que consumen medicamentos de forma permanente para patologías bases”, destaca Molina.
Por esto, no podemos caer en la automedicación. “La mayoría de las personas que comienzan a consumir estos productos es porque una amiga, familiar o compañera de trabajo comenzó a tomarlos y les da menos hambre”, indica Molina. Esto es el primer pecado capital en el autocuidado. No podemos olvidar que cada organismo reacciona de forma diferente, además de mencionar que las patologías crónicas juegan un rol importante en el manejo de otras que se presenten de forma aguda o esporádica.
Por tanto, es imprescindible la evaluación y el acompañamiento médico. “Ningún cambio de dieta o el uso de un medicamento debe hacerse sin supervisión médica, menos los que han sido formulados para bajar de peso. Se debe considerar que éstos no sirven de nada si no existe un tratamiento multidisciplinario, que implique un cambio de hábitos alimenticios e incorpore la actividad física permanente. Si no existe un trabajo integral, no se generará ningún efecto positivo en nuestro organismo”, finaliza.
Dejar una contestacion