Académico Escuela de Gobierno y Comunicaciones UCEN
Luego del bochorno tras el intento de la Cancillería por cerrar cinco embajadas chilenas, la pregunta es si corresponde elaborar una estrategia concreta para un amplio espacio constituido por el antiguo Tercer Mundo, las naciones en desarrollo y las regiones más pobres de los países ricos, a los que la práctica internacional contemporánea llama Sur Global. Hace tiempo que la política exterior de Chile no le concede a esa parte del planeta un rol que le otorgue algún sentido y permita aprovechar potenciales beneficios.
La respuesta es afirmativa si queremos reforzar la inserción del país en un escenario externo sometido a los desafíos de la post pandemia y al enfrentamiento entre Estados Unidos y China. El hecho de no ser esto una prioridad, está lejos de significar su abandono; por el contrario, debemos tratar los temas del desarrollo, impulsar alianzas, promover la cooperación sur-sur y estimular los intercambios, sobre todo para nuestras Pymes que tienen en África, Medio Oriente y partes de Asia, atractivos mercados disponibles para los productos de nuestras regiones y para exportaciones con mayor valor agregado, lo cual justifica firmar acuerdos que faciliten el comercio. La Subsecretaría de Relaciones Económicas Internacionales y ProChile tienen allí una tarea pendiente.
La creatividad y la audacia tienen campo libre cuando se trata de administrar eficientemente recursos escasos, razón por la cual nombrar embajadores itinerantes, abrir oficinas comerciales en lugares estratégicos y compartir embajadas con otros países resultan iniciativas válidas para desplegar por primera vez, en muchos años, una política consistente.
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