Por Cristóbal Rojas Basso, director de la Orquesta Sonidos de Luz
El pasado 24 de noviembre no fue un día cualquiera. Todo lo contrario, fue un día de mucha alegría luego de saber que después de un trabajo arduo, constante y de mucho talento, junto a la Orquesta Sonidos de Luz, perteneciente a Fundación Luz, recibía el premio Global Teacher Prize Chile 2020 en la categoría de música.
Pero más allá de este valioso e inolvidable galardón, este premio significa una tremenda valoración a lo importante que son la música y la inclusión de niños y jóvenes con discapacidad para poder tener un buen sistema educativo, y también refleja la urgencia de insertar estas dos áreas de una manera robusta en el modelo educacional, para así darle un enfoque más transversal al aprendizaje.
Por otro lado, este premio le ha dado una enorme visibilidad a nuestro proyecto, lo que nos tiene muy felices a todos como agrupación, ya que es un gran reconocimiento al esforzado trabajo que venimos realizando con la orquesta desde hace varios años, donde siempre hemos buscado contribuir mediante la educación, la cultura y la sensibilización de las personas frente a la discapacidad.
El triunfo, junto a mis queridos músicos ciegos y baja visión, me deja una sensación de esperanza, de que existen caminos para que nuestra sociedad siga avanzando en la inclusión, y que logremos vivir en mayor armonía en un futuro, ojalá no muy lejano, donde la diversidad sea tan inherente en todos nosotros llegando a dejar de ser un tema.
Hoy, claramente la inclusión ha ido tomando cada vez más fuerza y reconocimientos como este premio lo van demostrando, lo que es excelente ya que así aumentan los espacios y recursos destinados a mejorar la inclusión y que podamos tener buenas políticas públicas que respalden esta situación. Sin embargo, aún hay cosas por mejorar: el acceso a la información en el tema de inclusión está prácticamente invisibilizado por el sistema educativo, algo que debería estar presente desde temprana edad, para que se convierta en un factor natural en las personas.
Por otra parte, debería existir alguna asignatura en los colegios que se hiciera realmente cargo de este tema, para que todos tengamos conocimientos de cómo asistir y relacionarse con una persona con discapacidad, porque, aunque suene un poco obvio lo que estoy diciendo, mucha gente todavía no sabe cómo comunicarse con ellos.
En la educación escolar actualmente existe el programa de integración escolar (PIE), el cual es muy bueno, pero tiene un carácter voluntario para los establecimientos, y eso limita mucho las opciones de niños y niñas con discapacidad para elegir y construir su rumbo. Mientras que en el tema universitario también hemos podido ver avances importantes, pero aún hay que trabajar bastante.
La educación es real gracias a los profesores, quienes somos los que asumimos este rol de educar a nuestra sociedad, y en esa entrega no deberíamos tener diferenciaciones, por el contrario, tendríamos que motivarnos a desarrollar la empatía y las habilidades blandas necesarias para saber acompañar y guiar al alumno que sea sin ningún tipo de discriminación, innovando además de múltiples formas para lograr el objetivo propuesto, ya que muchas veces no contamos con todas las herramientas necesarias, pero la creatividad y las ganas de hacerlo siempre nos terminan mostrando la forma.
Invito a todos los profesores a que sean inclusivos para que podamos construir un país mejor, en especial ahora que estamos en tiempos de grandes cambios.
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