Uso de tecnología ha sido clave para que profesores enseñen a niños ciegos en medio de la pandemia

Niña y brailleLas clases online han significado una serie de desafíos para los docentes del colegio Santa Lucía de Fundación Luz quienes relatan su experiencia.

Tras las cuarentenas, producto de la llegada del COVID-19 al país, el sistema educativo tuvo que adaptarse rápidamente para dar continuidad a las clases de los alumnos y el Colegio Santa Lucía, perteneciente a Fundación Luz, no fue la excepción, siendo la tecnología una herramienta clave para la inclusión de los estudiantes ciegos o baja visión.

Desde el inicio de la pandemia el establecimiento, al que asisten niños con discapacidad visual de pre-kínder a octavo básico, el equipo educativo comenzó a planificar cómo seguir impartiendo sus clases. Los desafíos eran grandes y diversos: en primer lugar, es un hecho que educar a niños ciegos o baja visión es un desafío en sí mismo, y esto sumado a la pandemia, mostró la gran capacidad de adaptación de los docentes, técnicos y especialistas. No había duda que debían entregar la misma calidad de educación, con otro tipo de metodología y enseñanza, comenzando rápidamente a adecuar los contenidos, a armar estrategias de atención, reforzar el trabajo colaborativo entre pares, etc.

Un segundo desafío fue el encontrarse con que el 65% de sus alumnos no tenía acceso a internet en sus casas y tampoco contaban con el equipamiento necesario para continuar con el proyecto educativo. Ante esta problemática, la fundación tomó la decisión de trasladar el colegio a las casas de los más de 70 alumnos: computadores, máquinas braille, textos de macrotipo, ayudas ópticas, lupas, instrumentos musicales, entre otros. En paralelo consiguieron dispositivos de banda ancha móvil y al igual que las herramientas, las hicieron llegar a las casas de los niños.

Ivy Betancur, profesora de Lenguaje del Colegio Fundación Luz, relata cómo vivieron el principio de esta pandemia. “En primera instancia partimos enviando guías a los estudiantes, pero luego vimos la necesidad de hacer clases remotas, dado que existían muchas inquietudes por parte de los estudiantes. Este proceso no fue fácil, por un lado, había que realizar contención emocional a los estudiantes, y en algunos casos hacia sus padres o apoderados. Por otro lado, nos encontramos con que muchos padres no estaban familiarizados con las plataformas tecnológicas que debíamos usar, por tanto, tuvimos que enseñarles a usar estos dispositivos, con la finalidad de que sus hijos pudieran acceder a las clases”.

En el colegio Santa Lucía las clases se han desarrollado principalmente vía Google Meet. De pre-kinder a quinto básico las videollamadas son de a uno o máximo dos alumnos con el profesor. Mientras que de sexto a octavo son reuniones entre el curso compuesto máximo por 8 estudiantes. En el caso de las asignaturas son las mismas pero los horarios varían según la disponibilidad de cada niño. Mediante las distintas vías, el colegio y sus profesores han estado en comunicación con el 97% de sus estudiantes, logrando que no hubiese deserción escolar.

Luego de que los estudiantes se acostumbraron a las clases online, desde el colegio comenzaron a utilizar otras plataformas compatibles y que se pudieran adaptar a las necesidades de los niños. Es así como llegaron a Classroom, donde los profesores pueden cargan el material de apoyo y tener acceso a las observaciones de los niños, mediante formularios.

En todas las asignaturas sus profesores tuvieron que hacer varias adecuaciones para poder enseñarles a los alumnos. Jenifer Rojas Cornejo, profesora jefa de pre básico (2°) y profesora de Historia (de primero a quinto básico), cuenta que uno de los grandes desafíos ha sido la comunicación bajo estas plataformas. “Una de las principales dificultades tiene que ver con lo técnico. A los estudiantes tienes que enseñarles qué teclas deben usar para cada caso en particular, ya sea para prender o silenciar el micrófono, por ejemplo. Esto se ha hecho más difícil porque es algo nuevo para ellos y hemos tenido que buscar formas para poder enseñarles las funciones que cumplen cada una. Junto con esto, y en mi caso, también he tenido que adaptar mis clases para poder demostrarles con ejemplos concretos lo que quiero que aprendan y en ese sentido los apoderados y sus familias han tenido un rol fundamental para ayudarnos y apoyar a sus hijos”.

El profesor de tecnología y música, Héctor Silva, también coincide con Jenifer Rojas, asegurando que este nuevo formato ha tenido sus complejidades, pero también ha dejado muchas satisfacciones. “El primer desafío que me plantee era saber cómo los niños iban a interactuar con el teclado ya que para mí era difícil enseñarles sin estar frente a ellos físicamente y poder guiarlos. Para esto tuve que darles indicaciones y descripciones muy detalladas, lo que a su vez toma harto tiempo. A pesar de estas complejidades, que son propias de este nuevo proceso, puedo hacer un balance muy positivo ya que hemos podido avanzar en varios objetivos, principalmente en que los niños han aprendido cosas nuevas mediante el uso de la tecnología”.

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