Uso permanente de mascarillas: Fonoaudiólogos de U. Autónoma analizan los factores que interfieren en el proceso comunicativo de las personas con discapacidad auditiva

USO DE MASCARILLASLos docentes plantean que el uso permanente de mascarillas han generado una serie de impedimentos que se han tomado en cuenta de forma insuficiente y que requieren el apoyo profesional de diferentes especialidades.

En el contexto actual de contingencia de salud mundial se han tenido que adoptar diversas medidas sanitarias para prevenir la propagación del coronavirus. La autoridad de salud de Chile y de otros países del mundo, como plan de acción, han decretado normas obligatorias como el uso de mascarillas en lugares públicos.

Ante esto, un grupo de académicos de la carrera de Fonoaudiología de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Autónoma de Chile analizó cada uno de los factores que afectan el proceso comunicativo en personas con discapacidad auditiva y cómo hoy es posible colaborar para que este sea efectivo cuando se necesite. 

Este implemento supone una barrera de comunicación en las personas que presentan un déficit auditivo, otorgándoles una nueva dificultad a la que ya se ven expuestos día a día (ángulo de visión, iluminación y distancia del interlocutor), pues impacta en los aspectos receptivos-comprensivos”

Según el II Estudio Nacional de la Discapacidad realizado el año 2015, más de 2 millones 836 mil personas tienen algún grado de discapacidad: Mientras que 8,1% de la población adulta y 2,2% de la población infantil presenta hipoacusia y/o dificultad para oír.

Según explicó  Mg. Juan Bastías, director de esta unidad académica en la Autónoma, “adultos y niños de la comunidad sorda se han visto perjudicados para poder utilizar métodos que promueven la oralidad durante el intercambio de mensajes afectando no sólo el acto comunicativo; sino que también, la interacción social, ya que impide centrar la atención en la boca del hablante para diferenciar los detalles informativos”.

Agregó que “los Sistemas Alternativos de Comunicación (SAC) permiten la expresión mediante signos y símbolos diferentes al canal auditivo-oral cuando se tiene algún tipo de alteración que afecta la comunicación y/o el lenguaje. Existen así, otras modalidades de intercambio de información, que utilizan elementos corporales y/o manuales como la palabra complementada, lectura labiofacial o lengua de signos, apoyados a través del canal visual-gestual”.

Para mejorar cada uno de estos procesos, “se realiza un adecuado seguimiento y tratamiento a una persona en situación de discapacidad auditiva, del cual se esperan avances y un desarrollo lingüístico funcional lo que ayuda en su rehabilitación. Sin embargo, hay otras ocasiones en las cuales incluso con el uso de audífonos se tienen muy pocos resultados en relación a la capacidad auditiva y es cuando deben optar a otros sistemas alternativos aumentativos de comunicación que promueven el desarrollo de lenguaje oral como la lectura labiofacial o la palabra complementada”, lo que podría verse afectado con esta indicación obligatoria, destacó el docente Pablo Salazar.

APOYO PROFESIONAL PARA MEJORAR PROCESOS COMUNICATIVOS

Si bien diferentes organizaciones han dispuesto de instrumentos digitales para apoyar tratamientos y procesos de las personas con discapacidad auditiva, estas parecieran aún ser insuficientes.

Por ejemplo, la Asociación Regional de Sordos de Temuco ofrece una guía de atención Covid-19 para personas sordas. Sin embargo, esta guía está relacionada únicamente con la forma de comunicación mediante lengua de señas, al igual que la aplicación Visor-web” de SENADIS, que no considera la lectura de labios.

“Algunos centros asistenciales no cuentan con un intérprete de lengua de señas, lo que dificulta la interacción con este sistema de comunicación. Por otro lado, es habitual que la mayoría de las personas sordas, que recurren a un servicio de salud utilicen la lectura labiofacial como el método más usual para comprender a funcionarios y personal de salud, lo cual se ve obstaculizado en este momento de pandemia por el uso de mascarillas. Ambos factores descritos pueden causar inquietud en la población sorda, ya que tendrá la incertidumbre de no saber si habrá alguien capacitado en lengua de señas, o si la misma persona sorda que no aprendió a comunicarse de esa forma evidenciará inseguridad al no poder realizar lectura labiofacial como forma complementaria de la interacción y comunicativa en el caso de requerir asistencia en salud”, detalló la fonoaudióloga Mg. Angélica Ruz.

El ámbito educativo no queda exento de dificultades. Los estudiantes que poseen algún apoyo auditivo como audífonos o implantes cocleares, no sólo han tenido que sortear las exigencias de la modalidad de aprendizaje remoto, sino que además han debido adaptarse a esta nueva barrera, que es el uso de mascarillas.

Para el fonoaudiólogo Mg. Enzo Alarcón,  académico  del área infantil y adolescentes de la casa de estudios, luego que  el Ministerio de Educación implementara Orientaciones COVID-19 a través de una guía de medidas generales para los estudiantes de todo el país,  “diversos profesionales,  como educadores diferenciales y fonoaudiólogos, han tomado un rol preponderante para la generación de un plan de apoyo específico con la finalidad de lograr que los niños y jóvenes con trastornos auditivos puedan acceder al currículum educativo. Entre las medidas desarrolladas se destacan la adaptación del material de estudio y evaluativo, asesoría al estudiante y la familia por medio de videollamadas e implementación de mascarillas adaptadas (transparentes) en algunos establecimientos para facilitar y favorecer el intercambio comunicativo”.

Por esto, resulta muy importante “ ayudar a educar y ser conscientes de las dificultades que enfrenta este grupo de personas, en especial durante este tiempo. Intentar practicar la empatía, aumentar el volumen de su voz, usar un discurso breve, apoyarse de manos y cuerpo para comunicar, o bien utilizar lápiz y papel para expresar una idea, puede ser gran ayuda para las personas sordas”, afirmó la fonoaudióloga Ingrid Spuler.

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