La fruticultura ha dado que hablar en La Araucanía, considerando las potencialidades que existen en la región para desarrollar nuevos cultivos. En este contexto la Fundación para la Innovación Agraria (FIA) e INIA Carillanca, desarrollan un importante proyecto denominado “Incremento de la competitividad agrícola en La Araucanía, mediante el fomento de la reconversión de sistemas tradicionales a sistemas frutícolas”, que busca implementar un modelo de validación técnico y económico de especies frutícolas promisorias, como almendros y castaños en alta densidad. Cultivos que deben desarrollarse como un modelo a escala comercial, para luego difundir y transferir a productores y profesionales de la región. Ese fue el objetivo del día de campo desarrollado en INIA Carillanca y que congregó a cerca de un centenar de asistentes, quienes luego de charlas en sala pudieron recorrer los cultivos y conocer la experiencia que se lleva adelante.
Para FIA toda innovación viene acompañada de nuevas competencias y conocimientos, requisitos claves para sustentar el desarrollo económico y social. En este sentido, el proyecto ejecutado es un aporte a la agricultura regional, pues viene a diversificar la matriz productiva de La Araucanía, aprovechando las ventajas que trae consigo el Cambio Climático.
Según lo expuesto por los especialistas de INIA Carillanca, Carlos Fuentes y Abel González, el castaño puede ser una opción a la producción de cultivos anuales, cuya industria complementaría al Avellano Europeo. “Durante septiembre el cultivo de castaño cumple 2 años de establecido. Es un cultivo sano en general, donde la calidad de plantas y correcta plantación es clave en el futuro del huerto, como también las podas de formación en los primeros años del establecimiento. La entrada en producción del castaño marrón es al 4to año, para llegar al 7mo año con una producción de 6-7 toneladas por hectárea. El crecimiento en superficie es exponencial en los últimos 12 años. Para el verano de 2023 se espera la primera cosecha en alta densidad. Respecto al almendro, podemos decir que tiene alta demanda y necesita innovar en sistemas productivos, además de incorporar nuevas variedades y zonas de producción. Es un cultivo rústico, adaptado a manejos mecanizados. Usar sistemas de alta densidad permite aumentar rendimiento por unidad de superficie, acelerar la entrada en producción, e incorporar cosechas mecánicas”, explica el Ing. Agrónomo, Mg. Carlos Fuentes.
Por su parte, el Ing. Agrónomo Mg. Abel González, aclaró que el almendro es un cultivo interesante para diversificar la matriz productiva frutícola de La Araucanía, con una creciente demanda mundial. “El incremento sostenido de las temperaturas en la zona sur por efecto de cambio climático permitirá ampliar las zonas y aumentar la productividad del cultivo. No obstante, la gestión del riesgo climático es un factor a considerar seriamente, ante el aumento de frecuencia y magnitud de eventos extremos. En tal sentido, el avance tecnológico en el desarrollo de variedades autofértiles y de floración tardía, serán la clave para incorporar con éxito el cultivo de almendro en el sur de Chile. El uso de patrones clonales, con diversos niveles de vigor, lo hace un cultivo con muchas posibilidades de establecer en distintos suelos de la región. Por lo tanto, el avance de la investigación aplicada y el trabajo conjunto con agricultores permitirá acelerar el desarrollo de esta industria en los próximos años”, puntualizó.
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