Muchas afecciones suelen empeorar debido al frío, la humedad o la calefacción. En estos casos, se requiere aumentar el cuidado en esta época del año.
Debido a que es el órgano más extenso de nuestro cuerpo y se enfrenta a un sinnúmero de agentes externos como cambios de temperatura, la polución o radiación solar, el cuidado de la piel debe extenderse durante todo el año. No obstante, el frío trae consigo que algunas afecciones de la piel se agudicen, lo que afecta la calidad de vida de quienes las padecen.
El acné, dermatitis, la psoriasis, xerosis (o piel seca) y la rosácea son algunas de estas patologías, por lo que estos pacientes requieren de un mayor esfuerzo con sus cuidados y en sus tratamientos con la llegada del invierno. Paula Molina, químico farmacéutico de Farmacias Ahumada, comenta que el frío reduce las secreciones de sebo y la transpiración, produciendo una mayor resequedad en la piel “lo que compromete su estructura y su función de barrera, dejando de protegerla frente a las agresiones del exterior. En una piel sana, no suceden daños significativos a la dermis, pero una piel dañada -como ocurre con estas enfermedades- es mucho más susceptible a que aparezcan problemas”.
De hecho, la profesional hace hincapié en que los factores ambientales son determinantes para que esto suceda. “La temperatura, la humedad, la calefacción, precipitaciones y el viento juegan un papel importante en la situación de la piel. Conocer qué cuidados extra se requieren o medidas que mitiguen la agudización de estas enfermedades es clave para los pacientes”, indica.
Como se menciona, una de estas enfermedades es la psoriasis. Puede aparecer a cualquier edad y tiene varias formas de manifestarse, siendo la más común a través de placas rojas con escamas blandas y piel agrietada. Un último estudio sobre incidencia de esta patología en el país, desarrollado en conjunto por Global Psoriasis Atlas, la Universidad de Manchester y la CIMT de la Universidad de Chile, se estima que existen entre 180 y 200 mil personas que la padecen y que un 20% de ellas son casos severos que requieren de terapias complejas.
“El frío acelera la deshidratación de la piel y por eso los brotes son más frecuentes en esta época. Quienes la padecen deben reforzar los cuidados y mantener una rutina higiénico-sanitaria estricta como evitar productos agresivos e hidratar con productos que tengan acción emoliente, entre otros. Asimismo, existen medicamentos que pueden agravar la sintomatología de la enfermedad como algunos antiinflamatorios, antihipertensivos y hasta anticonceptivos orales, por lo que siempre se debe consultar con el médico tratante ante la ingesta de algún fármaco”, detalla Molina. Además, se debe evitar utilizar ropa de fibras artificiales y el exceso de abrigo, junto con factores de riesgo como el tabaco, el alcohol y el estrés.
Otra de las enfermedades que pueden recrudecer en los meses fríos es la rosácea, patología crónica inflamatoria que suele afectar la zona central del rostro, generando enrojecimiento ocasional o permanente, y que suele afectar en mayor medida a mujeres de pieles claras. “Junto con los otros factores ya mencionados, acá la calefacción y los cambios bruscos de temperatura son condiciones determinantes para desencadenar estos brotes. En estos casos, además de evitar el agua caliente en la limpieza diaria, los tratamientos exfoliantes no son recomendados”, señala Molina.
Hay otras enfermedades como la xerosis o la dermatitis atópica, ambas con sintomatologías como la piel seca, la picazón y el ardor, aunque en el caso de la segunda también pueden aparecer grietas, erosiones y costras. “No obstante, existe una patología que se da en esta época, pero se diferencia de las anteriores ya que su causa es la hiperhidratación cutánea en combinación con el frío. Se llama eritema pernio, o lo que popularmente conocemos como los sabañones”, resalta la farmacéutica.
Suelen ser bastante comunes y se dan en ambientes generados por el exceso de abrigo, provocando un picor y ardor intenso. “Al transpirar más, la humedad favorece a su aparición, principalmente en manos y pies. En estos casos es recomendable utilizar primeras capas de vestuario que sean absorbentes, tomar duchas cortas y con agua tibia -no caliente- y mantener la piel humectada”, añade.
Asimismo, es importante señalar que la piel siempre reflejará el estado general de nuestro organismo, por lo que la alimentación y una adecuada hidratación también son importantes para evitar las agudizaciones de los síntomas de estas enfermedades. La profesional indica que “la alimentación suele variar en invierno, ingiriendo más alimentos calóricos que no aportan a evitar estos brotes. Siempre debemos privilegiar vegetales y alimentos ricos en vitaminas C y D, además de mantener un consumo de agua -no té ni café- que nos ayudará con la hidratación”.
Por último, quienes padecen estas afecciones deben mantenerse en controles médicos permanentes, siguiendo las recomendaciones del especialista para sortear esta temporada sin grandes complicaciones y lograr una buena calidad de vida.
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