Solange Carmine Rojas
Abogada
Ex concejala de Temuco
Quizás este mes de febrero es el más apropiado para hablar sobre dos sentimientos que se entrelazan necesariamente y que inundan el corazón de los chilenos, cada cierto tiempo.
Es cierto, ya ha quedado demostrado que no tenemos término medio, pasamos de un extremo a otro, sin parada intermedia. Para muestra no sólo un botón, sino que bastantes botones. Elegimos presidente y convencionales constituyentes de extrema izquierda y, al poco tiempo, elegimos convencionales de extrema derecha. Rechazamos estrepitosamente una constitución refundacional y, al poco andar, rechazamos una constitución conservadora. Y, recientemente, hace un par de días, despedimos con lágrimas en los ojos y con las calles abarrotadas de chilenos a un presidente que, terminó su gobierno con un 80% de rechazo.
En fin, yo fui una de esas chilenas que despidió a Sebastián Piñera, quien fue “mi” Presidente de la República por dos períodos, con lágrimas en los ojos y ahora siento que los chilenos de centro derecha adolecemos de un liderazgo que nos represente. Me siento huérfana de un líder, como lo era Sebastián Piñera, un hombre que buscaba consensos, acuerdos, un hombre que apasionadamente seguía sus instintos, que con porfía y, contra todo consejo, rescató a 33 mineros de las fauces de la tierra, que, con decisión enfrentó la pandemia, que con trabajo, inteligencia y tenacidad lideró la reconstrucción post terremoto del año 2010. Que, con coraje enfrentó el estallido social, negándose a sacar los militares a la calle, enfrentando esta crisis con mucha inteligencia, terminando con la firma de un acuerdo un 15 de noviembre del año 2019, por lo cual fue duramente criticado, pero él hizo lo que estimó era mejor para Chile.
Espero que la muerte de Sebastián Piñera no sea en vano. La esperanza de un Chile más unido, más seguro, más solidario, no sólo en las tragedias, sino que en el día a día, es el sentimiento que alberga en muchos chilenos.
Espero que esta etapa post muerte de “un grande”, en la que prima la unión cívica, de comprensión, de perdón sin rencor, de civilidad republicana, haciendo el parangón con la etapa del enamoramiento, en que la dopamina es la hormona que domina al ser humano, se transforme en un sentimiento maduro, que privilegie el bien de Chile por sobre los intereses personales, que la pasión sesgada e ideologizada de algunos logre ser acallada con argumentos fundados en un espíritu de reconciliación, de unidad y cooperación mutua.
Ahora corresponde albergar amor y no odio, dejar atrás el rencor, recriminaciones, las “pasadas de cuentas”, esperando que aquellos que esgrimen las ideas políticas del presidente Gabriel Boric, logren aquilatar las palabras que sabiamente éste ofreció en los funerales del ex mandatario, quien reconoció que al ocupar el sillón de O´Higgins pudo comprender mejor las tareas de un Presidente y pudo entender mejor a Sebastián Piñera.
Así, al más puro estilo del ex mandatario, debo decirle al Presidente Boric: “otra cosa es con guitarra”.
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