Numerosos estudios realizados en diferentes países han reportado cifras cercanas a 10 años de retraso en su diagnóstico.
En el marco del Día Mundial de los Trastornos Bipolares, la Fundación Círculo Polar junto a la Sociedad Chilena de Trastornos Bipolares (Sochitab), hicieron un llamado avanzar en tratamientos adecuados y oportunos para las personas que tienen la condición, recordando que un paciente con TAB pasa el 50% de su vida sin ningún síntoma anímico, aproximadamente un 32% con síntomas depresivos y el resto del tiempo con algunos fenómenos del polo de exaltación anímica. Las personas con TAB que acceden a un tratamiento adecuado pueden llevar adelante una vida plena, alcanzando en muchas ocasiones proyectos vitales virtuosos y sobresalientes.
“Uno de los desafíos más importantes en el TAB es hacer frente al gran retraso diagnóstico de la enfermedad. Numerosos estudios realizados en diferentes países han reportado cifras cercanas a 10 años de retraso en el diagnóstico. Como es de suponer, durante este intervalo de tiempo el paciente se ve expuesto a tratamientos no adecuados, los cuales pueden empeorar el pronóstico de la enfermedad”, señala el Dr. Ulises Ríos, presidente de Sochitab.
Los Trastornos Afectivos Bipolares (TAB) son un conjunto de enfermedades del ánimo caracterizadas por un curso crónico, episódico y recurrente. En el mencionado curso clínico, las personas pueden experimentar episodios depresivos alternados con episodios de manía o hipomanía (fases caracterizadas por un ánimo anormalmente exaltado). Las fases depresivas suelen ser de inicio temprano en el ciclo vital, tendiendo a mostrar un patrón de alta frecuencia durante las edades medias, comprometiendo de forma muy importante la funcionalidad y calidad de vida de los individuos y sus familias. En el caso de las fases de exaltación anímica, existe un aumento anormal de la energía y de la actividad intencionada, acompañada por un ánimo eufórico o de excesiva irritabilidad que conducen a las personas hacia estados conductuales socialmente disruptivos.
“Sabemos que los desafíos son muchos, como Fundación Círculo Polar estamos fortaleciendo la maratón para psicoeducar a nuestras familias, para sensibilizar a las instituciones educacionales, a las empresas y al Estado. Es impactante como logramos mejorar y fortalecer los contextos con nuestras charlas, todas impartidas por pacientes y familiares capacitados por nuestra fundación. Es así que enfrentamos de forma pertinente y oportuna este desafío de salud mental, promoviendo el mejor de los pronósticos para los que convivimos con el diagnostico de TAB”, manifestó Flavia Gal, presidenta Fundación Círculo Polar.
La frecuencia del TAB en la población general oscila entre el 2% al 3%, sin embargo, indicadores de “carga de enfermedad”, que permiten comparar el impacto de enfermedades de diferente índole a través de la medición de los “años de vida perdidas por muerte prematura” y “años de vida perdidos por discapacidad”, posicionan al TAB entre las enfermedades más relevantes en las etapas más productivas del ciclo vital.
Las causas del TAB son aún motivo de investigación. Existe una carga genética (la frecuencia aumenta al 16% en hijos de un padre o madre con TAB) que interactúa con variables ambientales (antecedentes de maltrato infantil, uso de drogas o exposición a fármacos específicos), generando diferentes trayectos clínicos de complejidad variable.
Cabe recordar que en julio de 2013, el TAB ingresó al listado de enfermedades con garantías explícitas en salud (GES), iniciando una etapa de mayor cobertura asistencial en el país. Durante los años siguientes, importantes iniciativas no gubernamentales, como la Fundación Círculo Polar, han logrado generar grandes avances en la promoción del rol de pacientes y familiares para la adquisición de conocimiento que permita promover un mejor autocuidado. La asociatividad entre sociedades científicas (Sochitab) y fundaciones de pacientes y familiares (Círculo Polar) han sido estrategias innovadoras en salud pública, permitiendo generar reflexiones intersectoriales acerca de la mejor forma de combatir el estigma y mejorar la calidad de vida de las personas que padecen TAB. Por último, avanzar en el desarrollo de nuevas aproximaciones terapéuticas, que consideren una perspectiva preventiva en salud mental, constituye un deber ético-clínico ineludible.
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