La dupla de artistas inauguró el mural “Arte, Historia y Alegría para la Ciudad Acuarela” en el Acceso Peatonal El Alto. La obra, creada conceptualmente junto a los vecinos de la comuna y financiada por un Fondart regional, transforma la antigua Escalera Prat en un símbolo vibrante de identidad y encuentro.
Nueva Imperial recuperó uno de sus espacios más visibles con una obra que ya está dando que hablar. La primera quincena de noviembre se inauguró el mural “Mural, Arte, Historia y Alegría para la Ciudad Acuarela”, creado por Alapinta en el Acceso Peatonal El Alto, conocido antiguamente como la Escalera Prat o la “escalera amarilla”.
Hoy, ese punto de tránsito donde pasan más de dos mil personas al día luce completamente distinto. “Era la escalera amarilla y ahora es la escalera de colores. Está prácticamente en pleno centro y es un punto bien visible”, comentaron los muralistas, grafiteros y diseñadores de Alapinta.
La obra fue financiada por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio a través de un Fondart regional, con apoyo directo de la Municipalidad de Nueva Imperial. “El financiamiento lo logramos gracias a un proyecto que postulamos nosotros como Alapinta, Fondart Nacional. Tuvimos harto apoyo de la Municipalidad, en especial de Javiera de Secplan, y pudimos armar un proyecto bonito e interesante”, explicaron los artistas Gabriel Veloso y Claudio Maher.
El proceso incluyó jornadas participativas con la comunidad. Vecinos compartieron recuerdos, elementos identitarios y visiones sobre la cultura imperialina. “Recogimos conceptos que las personas querían que se reflejaran. Hicimos una lluvia de ideas y seleccionamos lo más repetido. Queríamos algo que desde abajo se viera atractivo y se entendiera a simple vista”, señalaron.
Por eso, en el mural aparecen elementos como el puente, la presencia mapuche, el río, la flora, la fauna, niños, jóvenes, ancianos, agricultura y vapor. Todo integrado en un diseño que también desafió la técnica y la perspectiva.
“Destaca una mano en altura que sostiene un árbol. De ahí baja agua que se convierte en río y se une al paisaje. Esa mano solo se ve desde abajo porque está hecha en cuatro niveles. Fue un desafío lograr que calzara”, explicaron. Lo mismo ocurrió con los retratos de jóvenes, trabajados en distintos planos: “Hay un niño cuya cara aparece en dos niveles. Eso fue otro desafío gráfico y artístico”.
Para Alapinta, la experiencia fue profundamente significativa. “Nos gustó el resultado, el proceso y lo que vivimos en Nueva Imperial. Fue gratificante compartirlo y que más gente pueda apreciarlo”, afirmaron.
El objetivo final, dicen, va más allá del color. “La idea es que la gente lo pueda cuidar, apreciar y entregar un mensaje de fe, esperanza, alegría, optimismo y ánimo a través de la pintura, los colores, el arte y la historia”.
Con esta obra, Nueva Imperial refuerza su identidad como Ciudad Acuarela y recupera un espacio central que vuelve a latir con la energía del arte público.








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