Columna de opinión de Michelle Correa Sepúlveda, Directora Regional del Instituto de Seguridad Laboral.
En La Araucanía, el Año Nuevo no solo se celebra en mesas compartidas y abrazos que esperan la medianoche. También se vive en la ruta. Familias que se trasladan entre comunas, trabajadores y trabajadoras que cumplen turnos, viajes cortos que muchas veces se asumen como inofensivos. Pero es justamente en estas fechas cuando la seguridad vial deja de ser un tema técnico y se transforma en una decisión cotidiana que puede marcar la diferencia entre llegar o no llegar.
Las cifras lo confirman. Según datos del Observatorio de Seguridad Vial de CONASET, durante el año 2024 en Chile se registraron más de 75 mil siniestros de tránsito, con más de 1.400 personas fallecidas. En la Región de La Araucanía, los registros oficiales dan cuenta de entre 5.600 y 5.700 siniestros en el año, con más de un centenar de personas fallecidas y miles de personas lesionadas. Detrás de cada número hay historias truncadas, familias golpeadas y comunidades que cargan pérdidas que, en muchos casos, pudieron evitarse.
Si bien el número total de siniestros tiende a mantenerse relativamente estable en los últimos años, la gravedad de sus consecuencias varía y sigue siendo alta, especialmente en periodos de mayor movilidad como fines de semana largos y fiestas de fin de año. El consumo de alcohol, el exceso de velocidad, la conducción distraída y el cansancio acumulado forman una combinación peligrosa. En una región como la nuestra, donde conviven carreteras rurales, caminos secundarios, largas distancias y condiciones climáticas cambiantes, el riesgo se multiplica.
Desde el Instituto de Seguridad Laboral, el llamado es claro: la seguridad vial también es autocuidado. No se trata solo de cumplir una norma, sino de proteger la vida propia y la de quienes comparten el camino. Si se va a conducir, la recomendación es simple y firme: alcohol cero. Planificar el regreso con un conductor designado, utilizar transporte público autorizado o coordinar traslados seguros no es exageración, es responsabilidad.
A esto se suma la importancia de respetar los límites de velocidad, usar siempre el cinturón de seguridad, evitar el uso del celular al volante y considerar el cansancio como un factor de riesgo real. Revisar frenos, luces y neumáticos antes de salir puede parecer un detalle menor, pero muchas veces es lo que evita una tragedia. En trayectos largos o después de jornadas extensas, detenerse a descansar no es perder tiempo, es ganar seguridad.
En La Araucanía, donde muchas celebraciones se realizan fuera de los centros urbanos, también es clave conducir con especial atención en sectores rurales, donde peatones, ciclistas y animales pueden aparecer inesperadamente en la vía. La prudencia, en estos casos, es una forma concreta de respeto por el entorno y la comunidad.
Comenzar un nuevo año debiera ser sinónimo de esperanza, no de cifras lamentables ni de ausencias que duelen. Aunque el año 2025 aún no cuenta con un informe anual cerrado, los reportes preliminares de CONASET muestran cifras de personas fallecidas similares a las del año anterior, con aumentos puntuales en periodos de alta movilidad. Esto refuerza la urgencia del mensaje: cada decisión al volante importa.
Que este Año Nuevo nos encuentre celebrando, sí, pero sobre todo llegando seguros y seguras a destino. Porque cuidarse en la ruta es también cuidar a quienes nos esperan en casa.
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