La cosecha que protege del fuego: estudiantes de Lumaco celebraron una nueva temporada de habas

Los cortafuegos verdes funcionan como cultivos que frenan el avance de incendios rurales en zonas de interfaz. Promovidos por CMPC, actualmente existen 42 de estos espacios activos entre Maule y Malleco, incluyendo el que mantiene la Escuela de Quetrahue, donde los estudiantes realizaron su tradicional cosecha de habas.

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En la Escuela de Quetrahue, en Lumaco, los estudiantes vivieron una jornada especial al cosechar las habas que ellos mismos habían sembrado meses atrás. Con canastos en mano y acompañados por docentes y familias, la comunidad celebró el resultado de un trabajo que mezcla agricultura, aprendizaje y prevención de incendios.

Como apoderada y participante activa del cortafuego verde, Cecilia Campos compartió la emoción que le dejó esta nueva cosecha de habas: “Estoy muy orgullosa de este proyecto junto a CMPC. Para nosotros y para los niños ha sido una experiencia muy bonita y educativa, porque no solo cosechamos: aprendemos, compartimos y cuidamos nuestro entorno. Sentimos un privilegio tener esta oportunidad, trabajar unidos como comunidad y saber que este cortafuego nos protege y nos enseña al mismo tiempo”.

Un cortafuego que educa y protege

El cortafuego verde de Quetrahue es uno de los 42 espacios de este tipo instalados en distintos puntos del territorio, impulsados por CMPC. A diferencia de los cortafuegos tradicionales, que dependen del despeje de vegetación, estos utilizan cultivos o praderas para disminuir la carga de combustible vegetal —la vegetación seca o material orgánico que puede arder con facilidad— actuando como una barrera viva que reduce la intensidad y la propagación del fuego hacia sectores habitados.

En zonas rurales, donde la interfaz entre bosques y viviendas es más estrecha —es decir, áreas donde la vida cotidiana convive directamente con entornos forestales— este modelo preventivo ha demostrado ser especialmente valioso. Y lo mejor es que, además de proteger, enseña. En este establecimiento, el cultivo forma parte del proceso educativo: los niños siembran, cuidan, aprenden sobre ciencias naturales y ven el fruto de su trabajo crecer semana a semana.

La docente encargada de la Escuela de Quetrahue, Patricia Castillo, resaltó que la cosecha de habas en el cortafuego verde se ha convertido en una de las actividades más significativas del año para su comunidad escolar. No solo fortalece el aprendizaje, sino que aporta identidad y protección al entorno del establecimiento: “Para nuestra escuela, esta actividad tiene un valor enorme. Nos permite cuidar el medioambiente y, al mismo tiempo, promover una alimentación saludable entre nuestros estudiantes. Los niños disfrutan cada etapa del proceso y eso la convierte en una experiencia muy enriquecedora. Además, podemos integrar diversas asignaturas —desde ciencias y lenguaje hasta tecnología y Mapudungún— lo que transforma esta cosecha en un aprendizaje integral para toda la comunidad”.

Un trabajo conjunto con CMPC

El programa de Cortafuegos Verdes es parte del trabajo comunitario y preventivo que CMPC impulsa en diversas comunas del sur de Chile. La empresa acompaña técnicamente a las comunidades escolares y vecinales, entrega materiales, asesoría agrícola y seguimiento para asegurar que cada cortafuego cumpla su función tanto preventiva como social.

Este apoyo ha permitido que proyectos como el de Quetrahue se consoliden y generen beneficios reales: alimento fresco, aprendizaje significativo y mayor seguridad ante emergencias. Así lo indicó Juan Pablo Fuentes, subgerente de Relacionamiento de CMPC.

“Esta cosecha refleja exactamente lo que buscamos con los cortafuegos verdes: prevenir incendios junto a las comunidades, mientras generamos espacios que también aporten al aprendizaje y al bienestar de los estudiantes. Ver cómo las escuelas hacen suyo este proyecto demuestra que la prevención puede construirse desde el territorio, con participación, educación y sentido de pertenencia”, explicó Fuentes.

La jornada de cosecha dejó en los estudiantes la convicción de que la prevención puede cultivarse, literalmente, desde la sala de clases. En Quetrahue, cada semilla sembrada es también una acción para proteger el territorio y fortalecer a la comunidad.

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