Silencio en tiempos de violencia: el inexplicable mutismo del gobernador Saffirio ante nuevos atentados en La Araucanía

A pesar de su rol como máxima autoridad regional y de haber prometido liderazgo transversal frente a la violencia, René Saffirio no ha emitido declaraciones ni asumido protagonismo tras los recientes atentados ocurridos esta semana en Vilcún, Carahue y Cunco.

Cuatro atentados incendiarios en menos de una semana han vuelto a remecer a la Región de La Araucanía, dejando maquinaria destruida, predios atacados y comunidades rurales atemorizadas. Sin embargo, el silencio de quien fue electo para encabezar la respuesta política y ciudadana —el gobernador regional René Saffirio— se ha hecho más notorio que nunca.

Mientras las víctimas esperan señales concretas de respaldo y liderazgo, la ausencia de declaraciones públicas o medidas visibles por parte del gobernador genera inquietud en distintos sectores. La figura de Saffirio, electo como el segundo gobernador regional de la historia de La Araucanía, ha estado completamente alejada del debate público en estos días críticos, lo que contradice no solo las expectativas de su cargo, sino también sus propias promesas de campaña.

Fue también durante su candidatura que Saffirio prometió que no le “temblaría la mano” frente a la violencia, ni a enfrentar a la derecha ni a la izquierda. Se comprometió a impulsar un “gran acuerdo transversal” por la región, a no dialogar con grupos radicalizados y a enfrentar el terrorismo con decisión: “No tengo dudas de que hay terrorismo en la región”, dijo en marzo de 2024, agregando: “cuando tuve dudas dije ‘no me puedo pronunciar’”.

Pero hoy, su silencio contrasta con la firmeza que proyectó en campaña, cuando ajustó el tono de su historial parlamentario —donde votó en contra del estado de excepción, habló de presos políticos y acusó a Carabineros de mantener un “negocio” en La Araucanía— y se presentó como una figura capaz de unir voluntades sin importar el color político. Si bien durante su campaña rectificó estas posiciones argumentando que “las condiciones han cambiado”, su actual silencio cuestiona la consistencia de su compromiso con la seguridad.

El Gobierno Regional, como órgano superior de la administración regional, tiene como mandato impulsar el desarrollo social, económico y cultural de su territorio. Aunque el gobernador no tiene atribuciones en materia de orden público directo, su rol político y simbólico como máxima autoridad regional exige presencia, conducción y articulación.

El silencio frente a la violencia no solo revela una desconexión con el dolor de las comunidades afectadas, sino que diluye la promesa de gobernar con responsabilidad y cercanía. Su declaración de que “Santiago no conoce la realidad de La Araucanía, ni su drama” parece hoy devolverse como una crítica que bien podría aplicarse a su actual gestión.

En una región marcada por décadas de conflicto y desconfianza, la ausencia de liderazgo en momentos de crisis es también una forma de abandono. Y en política, como en seguridad, el vacío nunca dura mucho: alguien más lo llena.

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