Por Sofía Villavicencio, directora ejecutiva de Fundación Luz
Hemos oído la descripción transversal de sensación de abuso, injusticia, exclusión que manifiestan las personas y que las autoridades están intentando canalizar de la mejor forma que puedan.
Y esa descripción nos resulta familiar, porque venimos enfrentándola desde el 1924, año en que fue creada Fundación Luz. Por razones que escapan a esta columna, el relato se nos hace conocido; es el de todos y cada una de las personas que pasan por nuestro colegio y los programas de estimulación temprana, de rehabilitación, de capacitación e inclusión laboral, entre otros. Somos pocas las instituciones en Chile que llevan tanto tiempo tratando de construir un país más justo, solidario e inclusivo.
La experiencia de las instituciones que trabajamos por la inclusión de las personas en situación de discapacidad puede servir para iluminar el camino. Si Chile despertó, todavía no abre los ojos. Y las personas con discapacidad visual pueden ayudarnos a ver. ¿Ver qué? Que los efectos sociales, económicos y laborales de las distintas formas de discapacidad son muy similares a las que provocan las distintas formas de exclusión que se han expresado en las marchas que hemos visto en nuestras ciudades.
Ante lo cual, y a raíz de lo que está sucediendo en nuestro país, hago un pequeño recuento para entender cómo lo están viviendo las personas con discapacidad.
· Ceguera y pérdida de visión son las dos formas de discapacidad más comunes en Chile. El 72,7% de la población adulta en situación de discapacidad declara sufrir de ceguera o pérdida de visión.
· La discapacidad afecta en mayor medida a los más vulnerables económicamente, a las mujeres y a la tercera edad:
o La mitad de la población adulta en situación de discapacidad se encuentra en los quintiles I y II de ingreso autónomo per cápita.
o Casi 1 de cada 4 adultos en situación de discapacidad no terminó la educación básica. A eso debemos agregar el 7,4% que no tuvo acceso a la educación formal.
o El 24,9% de las mujeres en edad adulta tiene algún tipo de discapacidad, frente al 14,8% de los hombres. El 14,3% de las mujeres declara una discapacidad leve (8,9% de los hombres) y 10,6%, una discapacidad severa (frente al 10,6% de los hombres).
o El 38,3% de la población adulta en situación de discapacidad tiene 60 años de edad o más. Y si sólo medimos la discapacidad severa, la desigualdad es aún más aguda, pues alcanza al 20,8% de los adultos mayores, casi triplicando al grupo entre 45 y 59 años.
Por nuestra parte, con el actual contexto nacional, hemos aprendido a abordar esta situación articulando al sector público, privado y toda una red de fundaciones, generando conocimiento, incluyendo a nuestros beneficiarios en el proceso, visibilizándolos e influyendo en la construcción de mejores políticas públicas. Reitero: no hemos solucionado el problema, no nos ha ido mucho mejor que al resto de los chilenos, pero al menos avanzamos en un ambiente más inclusivo, solidario y justo.
Finalmente, quiero regalarles una frase creada por una persona con discapacidad visual, integrante de la Orquesta Sonidos de Luz: “La inclusión no es una palabra que está de moda, es una forma de vivir en sociedad, aceptando al otro tal cual es, minimizando las barreras y ampliando las oportunidades, para que tengamos una sociedad mucho mejor. Si queremos incluir hagámoslo de corazón…”
¿Les hace sentido este mensaje el día de hoy?
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