Académico Facultad de Administración y Negocios
Universidad Autónoma de Chile.
Nuestra sociedad no será la misma después de esta crisis sanitaria que estremece al mundo y que se transformará en una crisis económica de similares características, de la cual debemos emerger fortalecidos.
Así como lo expresó hace más de 60 años JF. Kennedy “en la crisis, se consciente del peligro, pero reconoce la oportunidad”, es también momento de vislumbrar el largo plazo y pensar en cómo cambiará la forma de generar ingresos y se modificarán los patrones de consumo, pues desde aquí germinarán muchos desafíos.
Lo primero está relacionado con la evolución acelerada que tendrá el mercado del trabajo, donde empresas iniciarán un inevitable proceso de reestructuración en sus políticas y dotación de recursos humanos, enfocadas en nuevas y modernas formas de trabajo, incorporando tecnologías para responder a un consumidor con otras necesidades. Así también, las instituciones públicas deberán iniciar un proceso de modernización estructural enfocado en el bienestar del usuario, donde minimizar la burocracia debería la premisa.
Para responder a los cambios del empleo, las instituciones de educación deberán prospectar las competencias de los nuevos profesionales y técnicos que se requerirán para enfrentar escenarios cada vez más turbulentos. Las instituciones públicas y privadas vinculadas a la capacitación y el empleo deberán enfocar sus esfuerzos en formar y generar capacidades en aquellos trabajadores que por diversos motivos no se han integrado o queden rezagados en este proceso.
Estas innovadoras formas de trabajo requerirán de una actualización constante de las normativas de seguridad laboral y prevención de riesgos, entre otras temáticas contractuales.
En la otra vereda, los nuevos patrones de consumo forzarán a las empresas a fortalecer la relación con el cliente mediante la digitalización, esto modificará las cadenas de suministro y logísticas, propias de industrias que se transformarán abrupta y ineludiblemente.
El consumo de bienes suntuarios se verá mermado ante las nuevas características del consumidor, que en su gran mayoría nunca había vivido una crisis de estas características y que cambiará sin duda su comportamiento de compra y pago, que de paso pegará fuerte al mercado financiero haciendo redefinir sus estrategias y productos.
En consecuencia, así como las personas, empresas e instituciones, los países que logren asimilar e incorporar con mayor premura estos cambios, podrán mantener o mejorar su productividad y hacer las correcciones necesarias para lograr una nueva senda de crecimiento potencial que estará centrada más que nunca, en la eficiencia, en la maximización del bienestar y en la búsqueda de nuevas oportunidades
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