La consejera regional, Ana María Soto, advirtió que tras reunirse con dirigentes vecinales del sector ribereño de Labranza, se conoció del retraso en las obras de construcción del nuevo puente Pfeiffer, ubicado en el centro de la localidad y que cruza el estero Botrolhue.
La consejera explicó que, a pesar de haberse aprobado los recursos para el puente hace cuatro años, después de una década de gestiones, se produjo un cambio en la normativa sísmica de construcción de puentes. Este cambio implica la necesidad de modificar el diseño, lo que, naturalmente, generará un aumento en el costo económico del proyecto. Por lo tanto, será necesario buscar los recursos correspondientes y avanzar en la adaptación del diseño para cumplir con los nuevos estándares técnicos.
Ana María Soto señaló que los residentes del área ribereña se encuentran inquietos porque Labranza tiene sólo dos puentes para conectar la zona ribereña con el resto de la localidad y la ruta hacia Temuco. Además, el actual puente Pfeiffer se encuentra en estado deplorable, incapaz de satisfacer las demandas de la población. El municipio ha realizado numerosas gestiones en favor de los residentes, pero a la falta de un puente funcional, que no es competencia del municipio, se suma al hecho de que se planea la construcción de alrededor de 900 viviendas en la zona ribereña en un futuro cercano, lo que aumentará significativamente el tráfico vehicular y peatonal en estos puentes.
La consejera Ana María Soto se comprometió a respaldar las gestiones de los vecinos tanto para la construcción de un nuevo puente como para la pavimentación de las calles adyacentes, que actualmente son de ripio.
VECINOS
Asimismo, recientemente, se llevó a cabo una reunión entre dirigentes vecinales de Labranza, autoridades y representantes del municipio. Jacqueline Viveros, presidenta de la Junta de Vecinos Ayelén, expresó su preocupación por los cambios en la normativa de construcción de puentes y la declaración del estero Botrolhue como humedal urbano. Los vecinos habían estado esperando las expropiaciones necesarias para la construcción del nuevo puente durante dos años y temen que la espera se prolongue durante al menos cinco años más.
Viveros destacó que el Serviu ya posee terrenos para nuevas poblaciones con viviendas sociales en varios lugares del sector ribereño de Labranza, lo que hará necesario contar con al menos dos puentes funcionales.
Hoy en día, los residentes deben dar un rodeo de varias cuadras para llegar al puente Zanahoria, que cuenta con dos pistas, o cruzar por el Pfeiffer, un puente de una sola pista y construcción de madera que hace mucho tiempo superó su vida útil. Esto genera numerosos problemas e incomodidades tanto para conductores como para peatones, además de impedir que los microbuses accedan a varias calles. La falta de pavimentación también es un problema, con lodo en invierno y polvo en verano, y algunas áreas carecen incluso de aceras.
Como si esto fuera poco, el cierre del camino al sector Isla Negra, debido a la construcción de nuevas viviendas, ha dejado al puente Zanahoria y al viejo Pfeiffer como las únicas rutas de entrada y salida al sector ribereño de Labranza.
SERVIU
José Luis Sepúlveda, director regional del Serviu, quien también estuvo presente en la reunión con los vecinos, explicó que el puente Pfeiffer deberá ser rediseñado para cumplir con la nueva normativa sísmica.
El director del Serviu manifestó que se ha solicitado financiamiento al Gobierno Regional para actualizar la ficha técnica, lo que requerirá un adicional de aproximadamente $500 millones. «Con la ficha actualizada y el financiamiento correspondiente, se podría contratar un nuevo diseño de ingeniería en 2024, y si todo avanza según lo previsto, se estima que las obras podrían comenzar en 2025», apuntó.
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