En su primer aniversario, la organización celebra la preservación y difusión de antigüedades en Temuco, destacando 14 actividades culturales que han acercado la memoria histórica a la comunidad. Sueñan con establecer un museo en la ciudad.
En las inmediaciones de la Biblioteca y Centro Cultural El Carmen, la Fundación Rememora llevó a cabo una retrospectiva de su trabajo en su primer año como organización. Jorge Ortega, creador de la iniciativa, destaca que junto a su pareja Camila Albarrán lograron organizar y participar en 14 actividades culturales en Temuco. “Este aniversario es una oportunidad para reflexionar sobre lo logrado y proyectarnos hacia nuevos desafíos”, sintetiza frente al motor que los llevó a dar un paso más allá en su pasatiempo por las antigüedades.
“Fue algo que nos unió desde el comienzo de nuestra relación y que con el tiempo se convirtió en un pilar importante para ambos”, señala ante el motivo que los llevó a tomar la cantidad de reliquias con gran valor cultural e histórico que reunieron en su casa, con la necesidad de compartirlos con la comunidad.
Así nació la idea de “Rememora”, que como parte de sus objetivos están rescatar y exhibir estos artefactos, como también cultivar y promover el valor y cuidado de la memoria que representan. Durante este 2024, han participado en diferentes eventos culturales en Temuco y la región, junto a organizaciones como el Museo Ferroviario, la Dirección de Turismo y las Bibliotecas Municipales de la capital regional.
En dichos eventos, el público se ha cautivado al tener la oportunidad de ocupar, ya sea por primera vez o luego de varias décadas, una máquina de escribir. “La recepción ha sido increíble, cuando empezamos, jamás pensamos que tantas personas, desde niños hasta adultos mayores, se interesarían tanto por lo que hacemos”, describe.
La fundación busca contribuir en la preservación de la memoria cultural con antigüedades que dan formas a las tecnologías actuales, con los que el humano interactuaba de otra manera, lejos de las pantallas que hoy acostumbramos. “En este mundo tan digital, los objetos del pasado tienen un valor único porque son tangibles, son testigos de épocas y procesos que nos han traído hasta aquí”, defiende.
Luego, él agrega: “Creemos que al rescatar, restaurar y compartir estas reliquias estamos ayudando a que no se pierda la conexión con nuestros inicios. Asimismo, queremos inspirar a las nuevas generaciones a valorar estas piezas y la historia que representan, mostrando que lo antiguo y lo moderno pueden convivir perfectamente”.
Tareas actuales
Entre los desafíos que enfrentan al restaurar piezas tan diversas, de diferentes décadas y con piezas difíciles de adquirir en el mercado, Ortega señala que dedican buena parte de su tiempo a la reparación y restauración de máquinas de escribir, investigando en profundidad el funcionamiento y mecanismos de la máquina, teniendo en cuenta que no existen manuales detallados y la información es escasa.
“Muchas veces necesitamos piezas, lo que implica encontrar máquinas donantes y eso puede tomar mucho tiempo, además de ser costoso y complicado”, plantea. Sin embargo, en los últimos meses, gracias a la impresión 3D, han podido fabricar piezas específicas, lo que ha simplificado las cosas.
De todo el tiempo dedicado a la restauración, el cocreador de Fundación Rememora destaca que hay una pieza en particular a la que le tiene un cariño especial. Se trata de la máquina de escribir ”Royal 10”, que data de la década de los 30.
“La conseguimos en Santiago y el dueño nos contó que perteneció a su abuelo, quien la utilizaba en la oficina telegráfica de la salitrera Humberstone para transcribir mensajes que llegaban de diferentes puntos del país. Imaginar los secretos y las historias que esa máquina pudo registrar la hace única y muy especial para nosotros”, comparte.
Frente a ese encuentro con la historia, Jorge Ortega analiza el rol que juega la nostalgia en el interés por las piezas que rescatan. “Los objetos del pasado tienen la capacidad de conectar a las personas con momentos importantes de sus vidas o con historias que les han contado sus seres queridos. En un mundo tan acelerado, detenerse a descubrir o rememorar algo del pasado puede ser reconfortante y al mismo tiempo emocionante”.
Con un año recién cumplido, los sueños que los creadores de Fundación Rememora apuntan a conseguir un espacio físico para exhibir las reliquias. “Nos gustaría montar un museo donde las personas puedan interactuar directamente con nuestra colección”, precisa, agregando que otra meta es visitar las 32 comunas de la región, especialmente los sectores rurales, desde bibliotecas, centros culturales, a juntas de vecinos y colegios, donde estas máquinas del pasado tomarán otro sentido.
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