Un uso indiscriminado e irresponsable de estos elementos puede llevar a que en el largo plazo, una persona de 30 años tenga una audición de alguien de 65 a 70 años.
Uno de los regalos más solicitados para esta Navidad, son los iPods y reproductores de mp3. Poder escuchar música digitalizada a gran potencia, y en cualquier lugar, se ha transformado en una tendencia a la cual se han adscrito millones de jóvenes en todo el mundo.
Sin embargo, el uso de un aparato de esta naturaleza también requiere de una responsabilidad en la salud, o higiene auditiva, como definen los especialistas. Un abuso horario, o un volumen inadecuado, dañará irreversiblemente el oído, provocando un envejecimiento prematuro de las capacidades auditivas.
Álvaro Godoy, fonoaudiólogo y coordinador del área de Audiología de la Escuela de Fonoaudiología de la Universidad Mayor sede Temuco, subraya que el llamado no es a prohibir este tipo de productos, pero sí hay que dejar en claro que la madre o padre que le regale a su hijo uno de estos artefactos, debe además aconsejarlo sobre su correcto uso.
“Las intensidades muy altas pueden producir un daño a largo plazo. La lesión se produce en la cóclea, órgano gracias al cual escuchamos, y que con volúmenes altos, sus células se van deteriorando”, enfatiza.
Godoy afirma que cada dispositivo trae potencias distintas, y no existe un estándar. Aún así, comenta que el volumen promedio no debe sobrepasar los ¾ de la máxima intensidad que pueda tener uno de estos reproductores.
En 1997, la Organización Mundial de la Salud fijó en 65 decibeles el umbral fisiológico de ruido tolerable para las personas. Sin embargo, se explaya Godoy, “usando el máximo de volumen podemos llegar a los 1oo decibeles, que es muy parecido a tener una micro constantemente sonando a nuestro lado. Eso nos llevará a presentar un deterioro de la audición. Así también, a menor intensidad, podremos disfrutar de más tiempo usando estos dispositivos de sonido”.
Además –dice- no deben usarse más de una hora al día, para que la exposición no sea tan constante y la audición descanse.
El resultado del abuso, será un trauma acústico. Pero no transitorio, como el que produce ir a un concierto, por ejemplo, donde el zumbido dura muy poco. La exposición constante a altos decibeles lo que provocará será un trauma acústico crónico, el cual es irreversible.
GENERACIÓN SORDA
No se necesita tener una estadística, sino sólo la observación, para darse cuenta de la masividad de estos aparatos. Y en muchos de los casos, el volumen puede llegar a ser tan fuerte, que basta acercarse a algún usuario, para saber qué música está escuchando, lo que es un indicio de alto rango sonoro.
Este mal uso de los dispositivos, ¿podría generar de aquí a unos años una generación sorda?
“Indudablemente –asegura Godoy-. Con todo este boom de masividad, donde además está la creencia que mientras el aparato tiene más volumen, posee mayor potencia, podemos llegar a tener muchas personas de edad no avanzada con problemas serios de comunicación, debiendo usar prótesis auditivas”.
Un uso indiscriminado e irresponsable de estos elementos, puede llevar a que en el largo plazo, una persona de 30 años tenga una audición de alguien de 65 a 70 años.
Añade el fonoaudiólogo, que es preferible evitar su uso en niños muy pequeños, ya que como se ha visto, la tecnología está cada vez más al alcance de todos, sin distinguir nivel socioeconómico, ni etareo. La recomendación, es porque los órganos en los niños están en pleno proceso de formación.
TIPOS DE AUDÍFONOS
Los auriculares son todo un tema. No da lo mismo escuchar con cualquier tipo de audífono, no sólo por la calidad del sonido, sino que por el daño que pueden provocar.
Los más comunes son los earbuds, aquellos insertos en el oído, cómodos y ligeros, pero de baja calidad en el sonido.
Parecidos a los anteriores, aunque más invasivos, son los intrauriculares, que son aquellos que cuentan con una almohadilla que es introducida dentro de la oreja.
Están los clip-ear, similares a los anteriores, pero con un gancho que se rodea a la oreja, ideal para hacer deporte.
Por otro lado están los supraaurales, con una esponja que cubre el altavoz y que alcanza la mayor parte de pabellón auditivo; y finalmente –entre los más populares- los circumaurales, que son los que rodean completamente la oreja con una especie de casco. Estos auriculares, cuando son cerrados, permiten el aislamiento sonoro casi por completo del sujeto que escucha, asimismo impiden que el sonido reproducido salga al exterior.
Opina el profesional, que los auriculares más recomendados son aquellos que aíslan la audición. “Lo mejor es usar aquellos que cubren el pabellón auditivo completo, porque aquellos más pequeños, al ruido externo que tiene el contexto, como la calle o los autos, le estaré sumando lo que escucho desde el reproductor. En cambio aquellos auriculares más grandes evitan el ruido ambiente y sólo entra al canal auditivo la música de forma más pura”, expresa.
Finalmente, ¿da lo mismo si escucho death metal, reggaetón, música clásica o un partido de fútbol a través de auriculares? ¿Hay sonoridades que hace menos daño?
Godoy es enfático: “independiente de lo que se escuche, si es a un volumen alto, será dañino”.
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