En Chile, más de dos mil personas esperan por un trasplante, cifra que aumenta año a año. La falta de información y la proliferación de falsas creencias impactan directamente en la siempre necesaria disposición de las personas a regalar vida cuando ello sea posible.
La donación de órganos es un acto filantrópico, altruista, en el que se le brinda una segunda oportunidad de vida a alguien. No obstante, abundan mitos y falsas creencias que impide que las personas mejoren su disposición frente a esta cada vez más urgente necesidad. El 27 de septiembre se conmemora el Día Nacional del Donante de Órganos y Tejidos, por lo que hablar de este tema se vuelve fundamental para generar un cambio en esta tendencia.
De acuerdo con el Ministerio de Salud, en Chile hay más de 2200 personas esperando por un órgano y más de 80 mueren al año esperando por uno. Es más, nuestro país está muy por debajo de España en la tasa de donaciones (uno de los países líderes a nivel mundial), alcanzando sólo 10,2 por millón de habitantes, en comparación a los entre 40 y 50 por millón del país ibérico.
Si bien en nuestro país, por ley todos los mayores de 18 años se convierten automáticamente en donantes de órganos, la realidad es que no todos logran concretar esa entrega. En Chile es, finalmente, la familia la que decide si se cumple o no con el deseo del paciente y sólo en la mitad de los casos la donación se concreta. “Por esto es muy importante conversar sobre el tema y contar con la información necesaria para entregar una segunda oportunidad a aquellos que esperan por un trasplante, en caso de enfrentarse a este dilema”, señala Magdalena Galarce, médica de servicios clínicos y farmacéuticos de Farmacias Ahumada.
Acá algunos de los mitos más comunes, con el objetivo de aportar a su erradicación:
– “Si soy donante, no se esforzarán para salvarme si llego a un hospital”.
FALSO: Los equipos médicos siempre intentarán salvar la vida de un paciente, entregándole el mejor tratamiento para su afección. No hacerlo, va contra la ética y los protocolos de atención. “Además, sólo un 2% de los pacientes que fallecen pueden ser donantes, ya que se deben cumplir ciertos criterios (como la edad o enfermedades), además de los neurológicos, que deben indicar que existe muerte encefálica”, destaca la profesional.
– “Podría estar vivo o tener esperanzas de recuperarme cuando extraigan los órganos”.
FALSO: Como lo comentó la doctora en el punto anterior, la circunstancia base para poder ser donante es que se produzcan daños irreversibles a nivel cerebral, lo que conocemos como muerte cerebral. Para que esto ocurra, a lo menos, dos médicos deben realizar una serie de pruebas que aseguren la falta total de la actividad cerebral, y ninguno de ellos puede ser parte del equipo que vaya a realizar el trasplante. Además, Galarce añade que “muchos suelen confundir esta condición con el coma. En éste, el cerebro sigue funcionando y manteniendo algunas funciones básicas, aunque en un estado de inconsciencia que puede durar semanas. En la muerte cerebral, el cerebro cesa cualquier tipo de actividad lo que genera que, eventualmente, el resto de los órganos mueran pasadas las horas”.
– “El cuerpo del donante queda en mal estado por lo que la familia no puede realizar un funeral normal”.
FALSO: La extracción de los órganos se hace a través de una operación como podría ser cualquier otra, con especialistas, por lo que el cuerpo del donante mantiene su estructura para ser entregado a su familia. En el caso de la extracción de tejidos, éstos se realizan en zonas como las piernas, glúteos o espalda, para luego ser cubiertos y poder entregar el cadáver en las mejores condiciones. En el caso de las córneas, al ser una capa superficial del ojo, una vez que se extraen, se sellan cuidando la estética del fallecido.
– “Sólo las personas influyentes o con dinero logran trasplantarse”
FALSO: La lista de espera para trasplantes es única, nacional y transversal a los sistemas de salud. Es manejada por el Instituto de Salud Pública (ISP) y de acuerdo a la condición clínica de cada paciente, no por su nombre. Se basa en criterios estrictos como la gravedad, grupo sanguíneo y compatibilidad, que no incluye el nivel socioeconómico del mismo. Es más, un receptor o su familia ni siquiera pueden saber quién fue el donante, ya que es un acto totalmente anónimo.
– “En general, las religiones rechazan la donación de órganos”
FALSO: La mayoría de las religiones acepta la donación. El catolicismo, el islamismo, la mayoría de las ramas del judaísmo y la mayoría de las religiones protestantes cristianas, ven la donación como un acto de caridad o amor al prójimo. Si existen dudas respecto a lo que decreta la religión, siempre es bueno conversarlo con algún guía perteneciente al credo.
– “La familia del donante debe pagar por la donación”
FALSO: De acuerdo con la ley de Trasplantes (N°19.451), todos los gastos asociados a la donación (lo que incluye el procuramiento -la preparación y extracción-, el traslado (en caso de haberlo) y la operación misma de trasplantes son cubiertos por el sistema de salud de la persona que recibe el órgano (que puede ser público o privado).
En Chile, la donación de órganos es segura, tanto para la familia del donante como para el receptor. “Afortunadamente, en nuestro país no existe el tráfico de órganos, que es otro de los puntos que suelen salir en conversaciones. No sólo está penalizado, sino que tampoco existen indicios de acciones u operaciones de este tipo”, subraya Galarce. Asimismo, la edad del posible donante no es considerada, pero sí su estado clínico, por lo que es falso creer que una persona mayor no pueda donar órganos o tejidos.
Todas estas ideas falsas sólo dificultan y disminuyen la efectiva donación de órganos en nuestro país. “Este es un acto altruista. Un solo donante puede salvar siete vidas y ayudar a más de 50 personas, por lo que hablar con las familias para que respeten la voluntad de una persona que quiere ser donante es clave”, finaliza la doctora.
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