Réquiem para Rojas

Réquiem para Rojas

Lloran viudas y viudos, canta el relámpago su voz desde el Lebu eterno. El silencio del poeta se vuelve vuelo de mariposas, con solo ocho años el mundo le saluda. Le cantan las musas del leufu al irreprensible “allendero”, a un Marco Polo sin patria ni villorrio. Un hombre que amo la vida desde un virtuosismo silencioso y contestario, que enfrentó la crítica y se entronizo como ángulo obtuso de sensibilidades e interpretaciones, más allá de las denominaciones y las tendencias de una era prodigiosa de talentos en esta franja de tierra al final del mundo.

Rojas es el espacio después del punto final de una época de oro en la intelectualidad en Chile. Una edad en que el talento era servicio y la virtud herencia, es el creador que prefirió sentarse en la Silla del Sol para contemplar el misterio del ocaso y la progenie del mar con sus profundidades y vacíos, que envanecerse en espacios de pleitesía y reverencia.

Una voz de muchas aguas, bendecida con el enigma del Verbo, que intercambió pensamientos con Mao Tse Tung en China, que alzó las primeras voces chilenas en Cuba frente a Fidel Castro después del fatídico 11 y que discantó con el tremendo Enrique Molina, para posteriormente celebrar las inmensas e inacabadas Escuelas de Verano, de la Universidad de Concepción.

Con tres días de velatorios, tras su incesante capacidad de asombrarse ante la vida y la muerte, el jueves no solo se enterró al poeta, sino a un ser ejemplar que pese a ser un niño perezoso, encandiló con una poética que más que texto fue el trueno en el lugar en que todos callan, utilizando siempre el ojo que se mantuvo más lucido en su travesía por el mundo, el izquierdo.

Hoy quienes te conocieron y los que te conocerán te saludan con el puño en alto para celebrar el espíritu libre y la utopía más ambiciosa de bañarte dos veces en el mismo Renegado que te cobijó en la humedad dulce y aromática de las trescientas hembras que bajan por la cordillera con la frescura de los veinte.

Rojas el Bío Bío te celebra desde la Cueva del Toro con sus estufas de hollín negro, en el indómito Arauco, hasta las tierras de la Independencia y el espíritu libertario, un tu Chillán de adopción. Concepción te reverencia desde la deuda y la ausencia, como materia de testamento inconcluso y caprichoso.  Y el villorrio te celebra con panderos y arpas, porque como me dijiste el erotismo está en tu cabeza… y en la de todos.

Salud al sagrado Maestro de la luz y las mariposas eternas…

Luis Manuel Aguirre España

Periodista

Diplomado en Gestión Cultural

Magister en Comunicación Social
http://luismanuelaguirre.blogspot.com/

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