Señor Director:
Como Instituto Nacional de la Juventud estamos convencidos que un sistema de inscripción automática y voto voluntario es el camino correcto hacia un sistema político no sólo más sano, sino también mejor predispuesto a incorporar las problemáticas de nuestra generación en la prioridad de las políticas públicas.
En el sistema actual los jóvenes estamos subrepresentados, no somos “políticamente rentables” y, en consecuencia, no hay incentivos para incorporar nuestras problemáticas en la agenda pública.
Reconocemos, por otra parte, que se trata de un tema discutible, donde no hay verdades absolutas. La discusión, en ese escenario, podría durar eternamente y como no queremos que eso suceda, ponemos sobre la mesa tres elementos interesantes a tomar en cuenta: el primero es que el 88,5% de los jóvenes chilenos prefiere un sistema electoral de estas características. El segundo, que atendiendo en gran parte a lo anterior, en enero de 2009 y con el patrocinio y apoyo de la ex Presidenta Bachelet y de todos los partidos políticos, se aprobó la Reforma Constitucional que, se suponía, sería el inicio de la implementación de un sistema de voto voluntario. El tercero es que, a dos años y tres meses de aquello, un sistema que públicamente se pretendía tener en pie para las pasadas elecciones presidenciales, está en peligro aún para las que vienen. El último capítulo fue la postergación de la votación del proyecto en la sala del Senado para el próximo 3 y 4 de mayo.
¿Qué está pasando? ¿Cuál es la razón de fondo de este retraso? Las razones presentadas son dos: la primera es que no habría acuerdo en otro proyecto paralelo, el del voto de los chilenos en el extranjero. La segunda, que luego de la vorágine de las promesas electorales, algunos partidos y sus parlamentarios han repensado el tema y decidido que quizá no era tan buena la idea.
El primer argumento nos parece fuera de lugar. Si bien ambas propuestas son parte de reformas políticas electorales, ambas son autónomas, con identidad propia y no condicionadas una por la otra. Cuando los partidos y candidatos se comprometieron con nuestra generación a apoyar la iniciativa, nunca nos dijeron que el apoyo estaría condicionado al voto de los chilenos en el exterior, y sólo en determinadas condiciones. La promesa fue pura y simple, y ahora queremos saber si ella sigue en pie en esas condiciones.
Respecto del segundo argumento, el tema nos parece gravísimo, pues no es el mérito del proyecto lo que está en juego, sino la coherencia de la clase política respecto de un compromiso público y formal. Que se entienda bien: reconocemos el legítimo derecho de los parlamentarios a cambiar de opinión e incluso de voto, pero también reivindicamos el derecho de los jóvenes a saber transparentemente quiénes siguen apoyando el proyecto prometido y quiénes han desertado.
Ignacio Naudon Dell’Oro
Director Nacional
Instituto Nacional de la Juventud
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