Lago Budi, un Mundo Maravilloso y Único

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Llegar a los lugares más distantes y lejanos no es impedimento para los equipos de Censistas del Instituto Nacional de Estadísticas quienes por estos días han estado recorriendo las mágicas y ancestrales tierras de Puerto Saavedra en donde estos jóvenes han emprendido interesantes aventuras para conocer, en profundidad, la zona y su gente. Es mi primer día de Censista y quiero contar una breve historia.

Eran más menos las diez de la mañana cuando llegamos al lugar del embarcadero, el frio golpeaba la cara y se notaba que el viaje no iba ser fácil ya que todo hacía predecir el temporal que se acercaba. Los Jóvenes marinos de la Armada nos colocaron el salvavidas y nos hicieron subir al frágil Zodiac. El ambiente era grato y no se podía evitar soltar una carcajada cada vez que Alvaro y Efraín (Censistas) me asustaban, no podía esconder mi nerviosismo por la aventura que emprendía.

La salida del Zodiac recogió mi alma ya que a poco de navegar puede divisar los cientos de hermosos de cisnes de cuello negro que reposan en estas frías y a la vez cálidas aguas, me impresionaba como las espigadas garzas levantaban sus cabezas y con un reverencial saludo nos invitaban a conocer su mundo, la aventura había comenzado.

Para mis colegas esta no era su primera aventura, en más de alguna vez en búsqueda de esa lejana vivienda les tocó recorrer una y otra vez el mítico sendero conocido como Treng Treng, el cual permite acceder, tras unas cuatro horas de dura caminata, a La Boca del Budi, punto desde el cual se pueden ver al mismo tiempo el lago y el mar que se unen en una danza que hacen que el espectáculo sea el único de su especie en el mundo, vivo por aquí, y sólo ahora me estoy dando cuenta lo bello del lugar

La primera parada fue la isla LLepu, lugar en donde se encuentra un hermoso museo mapuche en donde junto a su linda gente se puede disfrutar de un buen café de trigo y comer una rica tortilla, ahí encontramos a cinco familias, las cuales recibieron con mucho entusiasmo la noticia de ser censados. Para ellos el censo no sólo era responder preguntas, se trataba de la posibilidad de contar sus historias y mostrar sus realidades, las cuales dictan mucho de aquellas que habitualmente estamos acostumbrados en el mundo del cemento y la informática.

Ahí nos tocó conocer mundos como el de la señora Teresa y sus hermanos, gente de la tierra y el mar acostumbrados a vivir los rigores de la naturaleza, a comer de lo que ellos producen y mirar la su isla como un paraíso a los que muchos puedes acceder pero pocos entienden “ yo cocino afuera en el fogón, junto leñita y ahí hago mis cositas, no tengo luz eléctrica y el agüita la saco del pozo que ustedes ven aquí al lado” me cuenta la señora Teresa con una humildad y una grandeza que se encuentra sólo en aquellos ojos de una mujer mapuche, que no te teme al frio, ni a la soledad.

La ruta debía continuar al otro lado cruzando un pequeño canal de agua, nos esperaba la famosa “voz del budi” una emisora radial que transmite en el 107.9 del dial FM, proyecto emblemático enclavado en medio de una isla y que transmite para todos los sectores aledaños al lago, ahí conversamos con Néstor Chávez, “el profesor” llamado con cariño por la gente de la isla. Al momento de censarlo realmente impresionó el enorme currículo profesional, varios magíster encima, una historia profesional exitosa y un enorme amor por lo que hace, todo ello lo llevo a hace 17 años decidir quedarse en la comuna y ya hacer cinco generar el proyecto comunicacional que hoy es su pasión. “Esta radio de es de todos, es de la gente de la tierra y el lago, es un instrumento para acompañar en la distancia, informar y educar a nuestra gente, amo este lugar” nos cuenta Néstor, quien a la vez informa a toda la comunidad de nuestra llegada y la importancia que tiene el Censo.

Después de censar LLepu y no sin antes tomar un rico café de trigo partimos hacia la isla NahueHuapi, isla de mayor tamaño en donde viven alrededor de 17 familias, es ahí en donde conocimos a dos compañeros de vida un matrimonio de 65 años, que jamás había sido censado, pero que tenía muy claro de que se trataba, una cosa que me encantó era como estos dos pilares familiares se complementaban para responder cada una de las preguntas, el diálogo en mapundungun entre ellos era fluido y anecdótico la verdad no entendía nada de nada ,sólo seguí con el trabajo, cuando les pregunte sobre espiritualidad ambos ancianos se declararon con toda certeza mapuches, hijos de la naturaleza y devotos del nguillatún y sus milenarias tradiciones, llamo mi atención que los hijos y nietos se declararan evangélicos, pese a eso los viejos patriarcas dirimían el destino de la familia con una sólo palabra “Mapuche”.

Nos reunimos junto con Luciano y Efraín en la Lancha, ahí los marinos no esperaban para ir a las ultimas islas “las pilar” ahí solo vive una familia. Al entrar al agua el viento ya se notaba, el suave deslizar del Zodiac había cambiado por una serie de saltos, el viento golpeaba mi cara con más fuerza y sentía frío. Tenía claro que el temporal estaba cerca y que si nos pillaba en medio de lago estábamos en problemas, pese a eso tenía plena confianza en los dos jóvenes marinos que nos guiaban.

En las islas Pilar, conocimos a don Jacinto y su esposa, otro matrimonio de aquello que si son para toda la vida. Las condiciones de ellos las mismas de otras muchas casas, sin luz eléctrica y sin servicios básicos, cualquiera que mirara con simples ojos vería pobreza, pero la verdad a donde mis ojos miraran sólo podía apreciar riqueza, Don Jacinto respondía locuazmente cada una de las preguntas, eso sí en cada una de ellas colocando un toque de humor picardía, por su parte su compañera sólo quería volver pronto a la tranquilidad de su palacio, decidimos partir solo dejando atrás un logo que dice “vivienda censada o mejor dicho “Isla Censada”.

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