En Temuco, el director nacional de la institución, Rodrigo Álvarez Seguel, afirmó que “la actividad volcánica, después del pulso eruptivo de la madrugada del 3 de marzo, ha disminuido notoriamente tanto en su registro sísmico -con valores aún por debajo de su nivel base-, como en las observaciones visuales provenientes del cráter principal”.
Mediante un Reporte Especial de Actividad Volcánica, se informó que para tomar la decisión se tuvo en cuenta que la parte más energética del proceso eruptivo ha culminado, y que los bajos niveles de sismicidad indican una ausencia del lago de lava o de la dinámica de fluidos en sectores superficiales. Adicionalmente, las tomas visuales realizadas a partir de los sobrevuelos denotan una disminuida actividad a nivel del cráter principal, lo que sugiere que el proceso entró en una fase de descenso.
Álvarez afirmó que “esto implica disminución o retorno después de un proceso eruptivo. Sin embargo, debido a las condiciones de inestabilidad observadas en las laderas del edificio volcánico, implicando ello caída de bloques o desprendimiento de otro tipo de materiales que amenaza los sectores más bajos del mismo, recomendamos continuar con la restricción de acceso al volcán, con un radio de exclusión relativo al cráter de 5 km y especial atención en los cauces de los ríos que nacen en la parte alta”.
La autoridad expresó que “corresponde felicitar al equipo de volcanólogos, sismólogos y analistas, que anunciaron el pasado 2 de marzo el inicio de la erupción, al declarar Alerta Naranja, lo que más tarde se tradujo en un pulso eruptivo, y señalaron -también con precisión- que se trataba de una erupción estromboliana débil, que sólo afectaría al edificio volcánico. Este acierto se suma a las 2 alertas rojas de 2014 en el volcán Copahue; la alerta roja del volcán Hudson en 2011, y especialmente la enorme erupción de Cordón Caulle en 2011, cuando se declaró la alerta 8 horas antes de la erupción, cuando no había evidencia visual y sólo se contaba con registros instrumentales de la sismicidad. Sin duda, la población puede estar tranquila porque dispone de una robusta Red Nacional de Vigilancia Volcánica”
Tras la erupción del volcán Chaitén en 2008 y la subsecuente inversión del primer gobierno de la Presidenta Bachelet, la Red del Sernageomin se ha convertido en la más extensa del mundo, con monitoreo sobre los 43 volcanes más activos de Chile, seguida por los observatorios de Rusia (36 volcanes); Indonesia (30); y Alaska (24). El monitoreo en Chile se realiza sobre la base de 355 estaciones de vigilancia y de transmisión de datos, que conectan a los 43 volcanes más peligrosos con el Observatorio Volcanológico de Los Andes del Sur (OVDAS), en Temuco, el cual realiza estos registros de forma permanente e ininterrumpida las 24 horas del día.-
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