¡Esto no da para más! La gran resaca de la bohemia política

Francisco Millar (1)Francisco Javier Millar Araya, Relacionador Público

@Panxo_Millar

Distintas son las lecturas de las pasadas municipales.

Por una parte, la derecha saca conclusiones alegres por el aumento de apoyo ciudadano demostrado en las urnas, el que no necesariamente se traduce a las calles, aunque ya entraremos en eso.

A la centro-izquierda del mapa, la coalición de gobierno se sume en el fantasma Piñera que de a poco tiende a materializarse, más aún luego de esta derrota que emula un termómetro electoral.

Pero, ¿quién, en estricto rigor, perdió estas municipales? Al parecer, solo la larga y delgada franja de desilusionados de las instituciones públicas y privadas, desilusionados del sistema electoral que no propone con sus blancos y/o nulos, desilusionados de la contienda política mezquina que olvidó a sus ciudadanos para atender a sus “votantes” en una clara intención del clientelismo del Chile ignorante, desmotivado, cortoplacista, políticamente estéril y republicanamente castrado…

Volviendo, la derecha saca réditos de la catástrofe electoral nacional, sugiriendo que el apoyo de la ciudadanía a sus candidatos se debe a ideas y propuestas y no a la disciplina de sus adeptos… razonable. Por supuesto, esto se contradice a diario en las redes sociales, las protestas ciudadanas, la opinión de la gente en relación a lo que quiere/necesita versus lo que este sector de la política les ofrece… Mirando esto cabe preguntarse: ¿Quién es el flamante aliado(a) de aquel humilde ejército? Y la respuesta es clara, grita en cada titular del país.

A pesar de todo la abstención no está sola, está muy bien acompañada por ideas claras del Chile pensado que precisamente el sector aportillado, debió tomar y llevar a buen puerto, dado que justo ahí estaba el apoyo que faltó, ahí descansan los brazos de quienes levantaron kilos y kilos de esperanza y que, con la viudez de sentido común de algunos representantes dijeron “Esto no da para más…”. Porque hay quienes piensan jamás darle el voto a la derecha chilena por todo lo que ella representa, pero en sus consciencias, arremete con fuerza y responsabilidad republicana la idea de dejar sola a una coalición que presumen, le dio la espalda a la ciudadanía.

Esta bohemia política debe terminar.

El congreso, gran responsable de este apocalipsis zombi de la democracia, debe volver a tomar las bases y decir “¡basta!”… basta de inconsecuencias legislativas, de ordenar a Chile a hacer lo que dicen y no lo que hacen, de la demagogia de sus prioridades personales, puesto que el mismo congreso que se hace llamar “honorable”, tomó las prioridades del pueblo, las ordenó de manera alfabética, las separó en grupos de tres y las arrojó violentamente contra el escritorio de su secretaria, bien lejos de las mesas de discusión y decisión, para tomar sus electoralmente calculadas prioridades legislativas y sacarlas adelante porque, es cierto… se vienen las elecciones y los payasos ya metieron el pan al horno.

(Comentario aparte, ¿Sal en la Mesa y Tareas para la Casa?… que loables prioridades de algunos parlamentarios)

Desde el fin de la dictadura Chile ha tenido en sus manos el poder de “criar” una generación entera de ciudadanos, pero prefirió hacer oído sordo, ceder a las presiones de distintos credos, otorgar a cada elector la habilidad de saber “sumar y restar” sin objetivo, pero no de entender y analizar los procesos históricos de Chile y la importancia de la participación ciudadana en los destinos del vecino y toda aquella caja de pandora que interviene en nuestro bienestar.

El “pan, techo y abrigo” que don Pedro Aguirre Cerda predicó, es invisible si nuestros gobernantes se excluyen de promover un proyecto cívico-pedagógco con filosofía y objetivo. Somos el resultado de la mediocridad adrede del Estado en materia de propósito, porque olvidaron que gobernar siempre ha sido educar, aunque cueste.

Necesitamos un pacto social distinto, un pacto que caliente a ese 65,8% ausente de estas elecciones, un pacto social que le devuelva a la ciudadanía la necesidad de estar presente, de aportar, de generar instancias de desarrollo político. Que le devuelva a la ciudadanía el espíritu cívico que nos convocaba en los años 80 para terminar con la dictadura, en los 50-60 para mirar a la mujer como persona y ciudadana, o en los años 20’ para abrir el debate encendido y a veces impopular por la educación primaria obligatoria.

El desafío está en no temerle a la impopularidad de la contingencia. El desafío acosa a la valentía de desistir de la atención a proyectos que no son prioridad vital del Estado en su conjunto, en que el congreso recupere su “honorabilidad” y se haga cargo de una vez por todas de los problemas de Chile y no solo de los problemas de sus votos duros de cada elección.

Chile necesita recuperar sus valores republicanos como la solidaridad, igualdad, libertad y la defensa de lo público, pararse de frente y gritar “BASTA, las prioridades las ponemos todos”.

Este es un llamado de atención silencioso de la democracia ante un cáncer que está envenenando nuestras bases. No vaya a ocurrir que un día cualquiera, algún “Trump” chileno se tome el poder y nos deje a todos, viudos de pensamiento.

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