Director Escuela de Ciencia Política, U.Central
El nuevo Congreso Nacional, integrado ahora por 155 diputados y 43 senadores, quedó configurado de una manera distinta a la pronosticada por gran parte de los analistas políticos –incluyéndome– y también a la que estamos acostumbrados desde el retorno de la democracia. En esta oportunidad, una tercera fuerza emergió, rompiendo las lógicas binarias instaladas con el sistema binominal. Igualmente, aumentaron de manera considerable los partidos con representación en la Cámara de Diputados, pasando de diez en 2013, a 17 en esta elección, generando una mayor atomización dentro del Congreso.
En la derecha, la correlación de fuerzas al interior de Chile Vamos se invirtió en favor de Renovación Nacional, transformándose en el partido con mayor cantidad de diputados. Asimismo, emergió Evopoli, fuerza más moderada dentro del conglomerado y que, con seis diputados, inclina la balanza en favor de posiciones más centristas dentro de la coalición.
En la centroizquierda, representada por la Nueva Mayoría y la DC, el escenario es aún más complejo. En la primera coalición, el PS se posicionó como la primera fuerza con 19 diputados, mientras que el resto de los partidos quedaron en igualdad de posición al obtener ocho diputados cada uno. El gran perdedor de este pacto resultó ser el PPD, que disminuye su representación de 15 a ocho diputados. En el caso de la DC, el escenario es aún más dramático, ya que descendió de 21 a solo 13 diputados, quedando con su peor nivel de representación parlamentaria desde el retorno de la democracia.
Así, la sorpresa en estas parlamentarias es, sin lugar a dudas, la instalación del Frente Amplio como una fuerza relevante, al elegir 20 diputados. Sin embargo, al interior de este bloque, Revolución Democrática, el sector más centrista de esta coalición, tiene una clara hegemonía difícil de disputar por parte de las otras fuerzas, al obtener diez representantes.
Para algunos, los resultados en las parlamentarias se explican en gran parte por la modificación del sistema para convertir los votos en escaños, el cambio en el número de diputados y senadores a elegir en cada distrito o circunscripción y, finalmente, la manera en que se articularon las listas electorales, las cuales se siguieron construyendo con una cultura binominal. En este punto, el Frente Amplio y Evopoli tienen el mérito de entender y aprovechar las mecánicas de este nuevo sistema electoral.
A pesar del nuevo escenario, la correlación de fuerzas entre la derecha y la centroizquierda quedó casi igual a la que existían bajo la lógica binominal. A nivel país, Chile Vamos quedó con 73 diputados y la Nueva Mayoría junto al Frente Amplio con 76 parlamentarios. Ello implica que ninguna de estas fuerzas tiene la mayoría absoluta y menos cumple con los quórums especiales para llevar acabo grandes transformaciones. Por lo tanto, el desafío para los dos presidenciables que pasaron a segunda vuelta no solo es ganar dicha instancia, sino que, además –en este contexto de atomización partidaria–, lograr los acuerdos que permitan dar gobernabilidad y saber articular amplios acuerdo políticos más allá de su sector.
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